Capítulo 4

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Si alguien le hubiese dicho a Jeongguk que ese día encontraría su motivo para respirar, posiblemente le hubiera dado la espalda sin opción a perplejidad.

Si alguien intentara describir al precioso omega frente a él, aquel que significaría su mundo completo, no podría captar ni un solo milímetro de su luz incandescente con aquellas palabras banales.

El tiempo se vio alterado de forma abrupta y sin condescendencia alguna, simplemente todo sucedió sin vuelta atrás.

 Jimin se sintió tan indefenso en el segundo que su corazón quedó perdido en los oscuros ojos y el acogedor olor que gritaba infalibilidad. No escuchó nada que no fuese su instinto gritarle que dejara todo en el suelo y alcanzara al alfa que se acercaba a él sin perder su aturdimiento oculto. Sintió la intensa necesidad de ir hacia él y quedarse oculto dentro de esos brazos firmes.

La razón le falló cuando sus miradas se despegaron y el alfa se colocó a un lado de él, tan cerca que podía sentirlo. Gracias al poco autocontrol que le quedaba no mandó todo al demonio y perdió la dignidad. Reguló discretamente su respiración y bajó la mirada, estaba seguro que la perturbación de sus sentidos no fue percibida por el extraño.

Jimin escuchó las puertas cerrarse y en un segundo el elevador se puso en movimiento. Nervioso, tragó saliva y disminuyó el flujo de sus pensamientos erráticos. En su vida se había puesto así por alguien y parecía que en esos escasos segundos estuviera dispuesto a llevar abajo sus barreras por un aroma a seguridad. Su intensa curiosidad lo venció y ladeó moderadamente su cabeza, con el rabillo del ojo detalló al hombre.

El alfa exudaba belleza por cada poro. Era alto, demasiado, llevaba un traje a medida, estilizado y apretado en las partes correctas, su perspectiva no era muy buena ya que estaba de perfil, pero servía para saciar su curiosidad. Un cuerpo perfecto se podía adivinar bajo la ropa.

Tenía el cabello un tanto largo y ondulado, sus labios abultados y exquisitos, la sonrisa anacarada remataba con un curioso tic que alzaba uno de sus lados, la nariz no era la descripción de perfecta pero iba acorde a su perfecta piel y unos profundos ojos que no sabría decir si eran, negros, grises o la galaxia misma... Si Jimin nunca pasó por algo vergonzoso, entonces este era el momento perfecto para que su rostro se encendiera en un delicioso sonrojo.

Maldición, le estaba sonriendo. El extraño lo llevó a estar nervioso y cohibido en un segundo. Su respiración se perdió en su interior cuando percibió diversión en los labios rosas. Él lo descubrió en su escrutinio descarado.

Jimin fingió indiferencia y descubrió que el piso del elevador era bastante interesante. No lo debía culpar, tenía bastante derecho de perderse en él porque jamás vio semejante espécimen en su vida, nadie se le podía comparar. Su oportunidad de conocer los altos estándares no se repetiría de nuevo.

-¿Algo interesante que ver? -le sonrió ladino y su voz lenta, casi como si arrastrara las palabras, provocaron el mayor deleite en Jimin.

-Por supuesto, los elevadores suelen contrar historias interesantes -Jimin giró su rostro y se encontró con los profundos ojos expectantes-. Sin embargo, si te refieres a ti mismo, entonces temo que no.

El castaño no se dio cuenta, porque miró al frente, pero una sonrisa satisfecha atravesó el rostro del alfa. Al parecer, su actitud filosa le llamó la atención.

-¿Debería sentirme ofendido por las palabras de una peculiaridad tan estrafalaria? -sus ojos volvieron a encontrarse y, esta vez sin despegarse, mantuvieron un brillo travieso- Debo admitir que siento curiosidad por las bocas viperinas.

-Y yo debo admitir que no siento curiosidad por satisfacer caprichos excéntricos. 

-Bien, me agrada eso -la sonrisa se amplió sin el toque burlón-. Déjame ayudarte, son demasiadas para ti.

Trágicamente omega || Adap. KOOKMIN ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora