capítulo 2

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Estaba tranquila en mi cama escuchando Set it off mientras esperaba el sonido del timbre anunciando la llegada de mi mejor amiga.
Tenía una llamada perdida de mi madre, mi celular no había sonado con aquella notificación que amo tanto de Hey! Look Ma, I Made It! De Panic! At The Disco.

Estaba por llamar a mi madre para preguntarle que había pasado y porque me había llamado, pero sonó el timbre de mi casa anunciando la llegada de alguien "Camila" pensé.

Bajé rápido las escaleras y me dirigí a la puerta principal para abrirla y encontrarme con alguien que no era Camila.

Era un chico de 1.70 aproximadamente, con ojos verdes y cabello negro, piel clara, traía una musculosa blanca ajustada al cuerpo y una camisa negra abierta, jeans claros y vans de color negro y gris.

- Hola, me llamo Alex, me mudé temprano aquí al lado.- dijo el ojiverde sonriente.

-Oh... Me llamo Micaela, es un placer conocerte.-dije estrechando su mano.

-El placer es mío.-dijo mirándome a los ojos mientras colocaba si otra mano arriba de la mía acariciándola con su pulgar.

-ehh... sabes, estoy esperando a alguien - respondí incomoda.

-si, me retiro. Pero antes...- busco algo en su bolsillo- ten, es mi número. Llámame si necesitas algo.-dijo dándome un pequeño papel color verde pastel.

- gracias, después te envío mensaje.-dije mientras cerraba la puerta y el daba media vuelta para salir del porche.

Por dios, que chico tan agradable y confiado. Ojalá yo fuera así.

-Por eso tu única amiga es Camila, eres insegura y torpe.

-Muérete de una vez, eres patética.

-le das vergüenza a todo el mundo, están contigo por lástima, ¿¡cuando te darás cuenta!?

-Jaja, nunca será como nadie, siempre olvidas sus metas. Que desastre. Jaja.

-¿¡Quien dijo eso!?- grité exaltada.

Se escuchó el timbre repetidas veces.

-¡Micaela!, ¡amorcito, abrirme la puta puerta!. ¡Tengo frío pedazo de idiota!- gritaba Camila desde el otro lado de la puerta de entrada.

-¡ya Voy!-grite y abrí la puerta rápido.

Me tiré a abrazarla, sentía miedo de repente y comencé a llorar en su hombro. Ella lo único que hacía era acariciarme el cabello y decirme "Shhh, Todo está bien" "tranquila" "ya pasó".

Sentía que me faltaba el aire de tanto llorar, mis lágrimas salían sin parar, me temblaban las manos y no paraba de tomar el cuello de mi remera y estirarlo,  como si este me estuviera quitando el aire. No paraba de abrazar a Camila, no quería soltarla. Repetidas veces me dijo:
"Vamos a dentro" "¿quién te lastimó?" "Entremos y me cuentas que pasó".

Después de unos 30 minutos de puro llanto, solté a Camila y ella me limpió las lágrimas que habían quedado en mis mejillas, seguido de esto tomó mis manos y me llevo a dentro. Soltó una de mis manos para cerrar la puerta y ponerle llave por seguridad.

Lentamente subimos las escaleras y llegamos a mi habitación, abrió la puerta y me guío a la cama para recostarme en esta, Ella se quitó su camperón y zapatillas para recostarse conmigo y acariciar mi cabello otro vez.

-¿que pasó?...- preguntó después de 15 minutos de un reconfortante silencio.

- no lo sé...-respondí dificultosa mente.- estaba... cerrando la puerta y escuche algo, después sonó el timbre y abrí la puerta. Lo demás ya lo sabes.

La hija del psicópata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora