4. Porque Me Da la Gana

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4. Porque me da la gana

No entendía cómo había acabado en ese sitio, ¡el tipo se lo había pedido sólo una vez!, ¡apenas lo conocía, por Dios! Y sin embargo, cuando se dio cuenta, ya estaba dentro de aquel sótano, bajando por las escaleras. Law le vio con una sonrisa burlona antes de regresar la vista al libro que llevaba en manos. El pelirrojo chasqueó la lengua, tratando de no darle mucha importancia al otro, y se sentó en el colchón que justo estaba en las escaleras. Era terriblemente viejo, podía sentir los escalones a través de él; sin dudarlo mucho, se puso de pie y comenzó a dar cortos y calmados pasos por la pequeña habitación, juzgando todo lo que alcanzaban a ver sus ojos.

- ¿qué hay en esa puerta?- señaló al fondo aquella vieja puerta de madera de engranes oxidados y seguramente chirriantes

- nada que importe, solo un baño- respondió secamente el pelinegro sin despegar su vista del libro

- bien, lo que necesito- el pelirrojo se llevó las manos hacia la bragueta del pantalón mientras caminaba al susodicho baño, mas una extraña y escalofriante sensación le hizo detenerse, y por inercia, miró hacia el moreno

- no te atrevas a entrar ahí- Law le miraba fijo, con sus grisáceos ojos emitiendo frialdad pura. Después de unos segundos, el pelinegro bajó la mirada al libro otra vez, despertando a Kid del trance en el que estaba- si quieres ir al baño, hay uno en el primer piso junto al cuarto de limpieza

- conoces bien el lugar para no haber salido del sótano

- alguna vez estuve allá arriba, aún recuerdo un poco cómo es

- ¿y cómo terminaste aquí en primer lugar?

- si tienes suerte, algún día te lo contaré- cierra su libro y se va a dormir- ¿no vienes?

- creo que iré primero allá arriba- subió y bajó en unos cuantos minutos, pero fueron suficientes para que Law se acostara en un extremo del colchón, cubriéndose con una delgada y desgastada manta- ¿en verdad dormirás así?

- no veo qué tenga del malo- ni siquiera le miró, seguía dándole la espalda mientras intentaba conciliar el sueño

- no es muy cómodo- se puso a su lado, justo en el extremo contrario del colchón- tampoco es bueno que vivas en esta pocilga

- tal vez tengas razón, pero es la forma en que escogí vivir, así que no te esfuerces, Eustass-ya. Me gusta este lugar oscuro y húmedo, y las ratas me quieren mucho -bromeó- solo me gustaría tener más cosas que hacer por aquí

- si quieres, puedo ayudarte a mejorar un poco este sitio

- gracias, pero no es una buena idea. Si se dan cuenta de que alguien ha estado aquí, no solo estaré en problemas, estarás en peligro... es mejor dejar todo como está... además, no tienes ninguna razón para hacerlo, ¿o sí?- el silencio del otro le dio la afirmativa, después de todo, solo era un chico desconocido metido en un sótano cuyos problemas terminaban involucrando a inocentes, ¿quién querría acercarse a él? Con esa idea en mente, Law se quedó profundamente dormido.

Mientras, Kid miraba hacia la pequeña ventana del sitio, mirando la implacable lluvia golpeando con furia el suelo. Escuchaba las patitas de las ratas arrastrándose por todo el lugar, en busca de algo que comer; la madera de las escaleras crujir al más mínimo movimiento, el viento entrar por aquella pequeña ventana... de alguna forma, ese sitio le recordaba una prisión. Se giró sobre el colchón lo más lento posible para no despertar al otro y serró los ojos, disponiéndose a dormir, cuando algo captó su atención; Law se removía inquieto sobre su sitio, no sabía si por el frío o por alguna pesadilla que estuviese teniendo.

El Sótano [KidLaw]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora