Cuando sabes, sabes - Capítulo 3

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Gabriel.

"Ayer te vi, estabas sentado en una banca del campus, tus ojos perdidos en la nostalgia. Tal vez tu mente estaba vagando por trivialidades, exámenes o tal vez te preguntabas cómo enamorar a esa chica que te gusta tanto. En fin, yo estaba del otro lado observándote y no pude evitar notar la tristeza en tus ojos. Enseguida me pregunté qué podría ponerte de ese humor. Si tan solo pudiera cambiarlo, si tan solo pudiera poner una sonrisa en tu rostro. Sí yo tuviera el poder para entristecer tu alma, no dudes un segundo que te haría feliz. Te daría todo lo que necesitaras. Depositaría un dulce beso en tus labios y te diría lo que siento por ti. Si yo tuviera ese poder, mi amor, estarías pensando en mí tanto como yo pienso en ti. Eres como un personaje fijo en mis sueños, eres el protagonista de mis fantasías más carnales. Si tan solo pudiera tocarte, ganarme tu atención, borraría la tristeza, borraría mi tristeza por no tenerte. Si tan solo, mi amor..."

Leo la carta una y otra vez. No puedo creer que alguien me haya escrito una carta. Acabo de llegar de entrenar y ni bien abrí la puerta de mi habitación, me encontré con un sobre amarillo bajo la puerta, mi nombre escrito con letra cursiva.

Lucas viene caminando por el pasillo.

—Hey—llamo su atención.

Le doy la mano y lo hago pasar.

—Adivina qué, tengo una admiradora—anuncio.

—¿Admiradora?—pregunta confundido.

Meto la carta en el sobre.

—Recibí una carta de amor—respondo con una sonrisa—pensé que la gente ya no escribía en papel.

—¿Una carta, puedo verla?—dice y extiende su mano.

—No, es mía—respondo y la resguardo contra mi cuerpo.

—¿Por qué, es sucia?—pregunta con una sonrisa tonta.

—Algo...

—¿Sucia buena o sucia mala?

—Mmm....sucia buena, creo.

—Hombre, pero ¿te gusta o no?—pregunta.

No respondo, tan solo me siento y vuelvo a abrir la carta, la leo en silencio y sonrío.

Cuando vuelvo a verlo me sonríe y me siento expuesto.

—¿Crees que vuelva a escribir?—pregunto—no sé quién es.

Lucas solo levanta sus hombros.

—¿Tu sabes algo?—le pregunto.

—Ni idea—responde.

Suspiro y vuelvo a meter la carta en el sobre, la meto en un cajón y lo cierro con un candado. Este es mi secreto.

—¿Vamos al bar?—pregunta Lucas.

—Tengo que bañarme—respondo y me quito la camiseta traspirada. La arrojo al suelo y me meto en el baño. Abro la lluvia y espero a que el agua se caliente. Me quito los pantalones y la ropa interior y me meto bajo la ducha. Me baño rápido, entusiasmado con la idea de encontrar a esta chica. Mis manos jabonosas bajan por mi cuerpo, mientras mi mente construye a mi admiradora. Si escribe una carta anónima es porque de seguro es tímida, tal vez la típica nerd. La imagino pelirroja, con una cola de caballo. Pecas sobre su nariz y ojos marrones detrás de unos lentes. Piel blanca de porcelana y senos pequeños. Una sonrisa tímida que esconde una mujer salvaje en la cama. Imagino encontrarla entre los estantes oscuros de la biblioteca una noche. Quitarle ese libro que se interpone entre nosotros y besar suavemente sus labios rosados.

Cartas de amor (LGBTQ+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora