La verdad más incómoda - Capítulo 5

30 0 0
                                    

Lucas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lucas

Lo intenté pero no pude.

Anoche traje a Sebastián a mi cuarto. Era hora de seguir adelante, de saber si puedo salir de este agujero emocional que se llama "Gabriel" Al principio todo iba bien. Estaba entusiasmado, Sebastián es gracioso, atractivo, y sus besos...adictivos. Aun así, sabía que lo que sea que pasara sería solo físico.

No sé cuándo comenzamos a besarnos, ¿fue en el bar?, ¿fue en el pasillo de los dormitorios? Pero cuando tomé consciencia de la dirección en la que iban los besos, ya estábamos en la cama. Estaba sobre él, nuestras entrepiernas fundidas en un baile sensual de roces de jeans. Sin camisetas, podía sentir cada centímetro de sus músculos bajo los míos, nuestra piel deslizándose fácilmente por el sudor. Ambos jadeábamos de placer. No importó que me estuviera conformando con la opción B, el placer estaba allí. Entonces tomó mi rostro con una mano.

­—Abre los ojos—ordenó.

Los abrí algo sorprendido, ni me había dado cuenta que los tenía cerrados. En retrospectiva, y después de una noche en vela de analizar lo sucedido, tengo mis teorías de por qué los había cerrado.

Sebastián me sonrió y me besó. De repente, rodamos en la cama y su cuerpo estaba sobre mí. Su sonrisa se agrandó, depredadora. Mi corazón comenzó a correr, no me gustó. En un momento todo estaba bien y al siguiente quería desaparecer. Sus manos apretaban las mías contra la cama, se sentían como esposas, grillos, y el peso de su cuerpo contra el mío era aprisionante. Estaba bajo una maldita mole, algo malo iba a pasar y estaba bajo una mole. Él parecía estar volando en una nube de placer, sin notar mi incomodidad, mi pánico. Miró mis ojos, y su seno se frunció en confusión. Yo no podía hablar, mi voz me había desertado. Con todas mis fuerzas, pude zafar mi mano derecha y lo empujé. Su caída al piso vino acompañada de un estruendo y un gemido, pero a mí no me importó. Había escapado.

—Mierda—dijo—que demonios...—

Yo estaba sentado en la cama con mis manos en el rostro, tratando de calmar mi respiración errática. Podía escucharlo moverse y sentarse junto a mí en la cama, pero como cobarde que soy mantuve mi rostro escondido.

—Lucas—me llamó—Lucas—quitó las manos de mi rostro y lo analizó con cuidado—lo siento—dijo sosteniendo mi mano—¿hice algo mal? Estaba todo bien y de pronto...

—Perdón—dije avergonzado—No hiciste nada malo, pero....nada, soy un idiota. Es que...—dejé la oración sin terminar, porque no podía contarle la verdad.

—Creo que tuviste un ataque de pánico—respondió—¿te ha pasado antes?

—Si—respondí con algo de sorpresa y duda.

—Lo entiendo, a mi hermana suele pasarle. Hace unos años estuvo en un accidente automovilístico. Fue todo bastante traumático para ella, una de sus amigas murió, y desde entonces no puede subirse al auto. Se pone como loca después de dos cuadras y tenemos que detener el coche para que se baje.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 03, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cartas de amor (LGBTQ+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora