Prólogo

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No recordaba nada.

Fue como si volviera a nacer, pero ésta vez con poderes sobrenaturales y una sed insaciable. Estaba en blanco.

No reconocía nada.

Árboles, eso era lo único que veía. Un bosque que mi mente no conocía.

Tampoco entendía nada.

Tan sólo estaba tirada en el suelo, manchada de tierra y de mi propia sangre, seca, la cual me producía una gran atracción.

No quería hacer nada.

Sólo deseaba quedarme allí, sin nada ni nadie a mi alrededor. Solo ahí tirada, rogando por recordar algo.

Nada.

Esa era la única palabra que me definía. Estaba perdida, desorientada, hambrienta y sobre todo no sabía qué hacer o a dónde ir.

Por aquel entonces ni siquiera sabía lo que era realmente o lo que me esperaba... Claro, hasta que ellos llegaron.

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