Capítulo OO1

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Me mantuve al borde de la acera mientras observaba pacientemente el bus que me llevaría a la escuela. Aunque mi atención estaba puesta en la carretera, no tardé mucho en concentrarme en un ruido molesto que se distinguía hacia arriba de mí; y cuando vi al lugar donde me parecía escuchar, divisé un tubo que golpeteaba contra el metal. Si bien pensé en lo molesto que es, me abstuve de hacer algo al respecto. Ya no tenía tiempo.

     Solté un suspiro, todo el aire de mis pulmones fue expulsado. Para ser sincero, me que incomodo me sentía; mis zapatos estaban algo sucios por el lodo que pisé antes de salir de casa, cosa que fue un desastre y eso me hizo enojarme. Y, regresando al presente, de poco en poco las personas se acumularon en la parada. Mi bus era uno de los más llenos; la presencia de otros -que en lo absoluto me interesan- se hacía sentir a mis costados y en cuanto el bus llegó todos subimos a él.

     Diría que desde mi casa era un camino largo, pero en realidad constaba de diez minutos a pie. Siempre viajé en bus, desde que tengo quince años y la capacidad de caminar en línea recta sin perderme. Mis padres no solían tener el tiempo suficiente para recogerme, prestarme esa clase de atenciones (aunque no quiero hacerlos sonar como malos padres). Desde pequeño siempre se aseguraron de inscribirme en la escuela más cercana posible para no tener problemas de mayor magnitud.

      Ya que he subido, pretendí olvidar el tubo que captó mi atención. Era una tarea difícil eso de encontrar cosas qué reparar y no poder hacerlo, es algo que me molestaba en algún lugar profundo de mi alma. Mas, no es para tanto. Bastaban preocupaciones escolares para hacerme olvidar de la estupidez del tubo. Como de costumbre, me senté hasta atrás. Era más divertido sentarte atrás, ¿lo sabes? Cuando estás ahí, ves directamente a cualquiera que entre por la puerta del bus. La importancia escondida detrás de esto, es lo increíblemente gracioso y reconfortante ver a los demás sufrir más que uno mismo.

     Yo sufría mucho en el bus, así que ver el sufrimiento de los demás era solo una de las variadas invenciones que me he hallado para no sentirme tan miserable al bajar del gran móvil.

     ¿Alguna vez alguien les dijo que el mundo planea las cosas desde muchísimo antes sin que tuvieras en cuenta todo lo que se vendría? Mi mamá decía eso cada vez que se le caía algo en la cocina y de pronto comprábamos una vajilla nueva. Ya lo sé, qué conveniente para su situación, pero, aunque no lo crean, hubo algo en esa frase que entró en mí, justo en el instante que miré por la ventana. Tal vez estaba escuchando algo de música deprimente, o triste, no sé, no te quiero hablar de eso porque meterme en mi música te hará sentirte aburrido acerca de lo que hablo; también soy incapaz de descifrar el sentimiento que me invadió.

     La lluvia ligera no mejoraba las cosas, pero no era molesta del todo, me gustaba la lluvia. Bueno, algo así. Era como una relación de amor-odio, a veces me provocaba unos malos momentos, es que la lluvia me hacía sentir mal, triste, automáticamente era el inicio o final de un día de mierda. Eso solía pensar, ahora no estoy tan seguro.

     Así que el auto se detuvo. Ajá. Así de abrupto como lo he escrito. y miré hacia enfrente. Costumbre, me dolía el cuello, el impulso del auto... El mundo. Quién sabe. Probablemente ninguno, probablemente fue una casualidad, el punto es que mis ojos captaron algo aún más deprimente que la misma lluvia. 

     —Solo sube uno —escuché decir.

     El tipo que entró era de mi estatura, quizá un poco más alto o lo suficiente como para poder golpearse con el barandal. Pelinegro, pálido, parecía que sus ojos se iban a cerrar en cualquier instante o esa era la impresión que me daban al estar rojos. Lucía enfermo, solo que no la clase de "enfermo" común y corriente cuando te levantas y acabas de tener un resfriado; más bien, es como entrar a un hospital y ver a la gente que padece enfermedades crónicas en sus camas, sufriendo. Igual, ni siquiera supe por qué se me vino la información esa a mi cabeza en ese momento, si yo no podría estar mas desinteresado en él. Su voz no era más que un sonido cualquiera, sin embargo me causó un escalofrío, aunque lo que más me hizo quedármelo viendo fijamente como si quisiera sacarle la verdad, fue lo flaco y diminuto que se veía. Tan delgado, probablemente más que yo. Es importante mencionar que por más delgado que lo distinguí, no parecía ser una hoja que cae por el cielo. 

Small Talks | kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora