A̶̶̶C̶O̶̶̶S̶A̶D̶O̶R̶̶̶; Namjin

p a s t (2/2)

Pov. Seokjin

Hace 4 años descubrí que no se podía confiar en nadie, tantas veces me han defraudado, traicionado y decepcionado que poco a poco la nube de esperanza que aún tenía sobre la sociedad se fue desvaneciendo y eso me convirtió en la persona que soy hoy en día.

Creo que no hay justificación para hacerle daño a una persona por el simple hecho de ser diferente a los demás, preferir los tiernos juegos de bajilla de porcelana para jugar con las pocas amigas que tenía, el simple gusto por el color rosa o que fuera tan perfeccionista al no querer salirme de las líneas al pintar como los demás niños y ser automáticamente considerado afeminado por el resto, es algo insignificante, es estúpido.

La gente me odiaba, siempre existió gente hipócrita a mi al rededor, a las que yo iluso e ingenuo solía llamar amigos o amigas.

Cuando a los quince años recién tomé la suficiente confianza a la que llamaba mejor amiga en ese entonces y confesarle mi orientación sexual, cosa por la que me sentía inseguro cada día y que ya no podía seguir aguantando, fué una de las peores decisiones que había tomado, pues apenas una semana había pasado de que se lo confiara, todo mundo se entero.

Me sentía tan mal conmigo mismo, malas miradas, malas palabras, exclusión toda mi adolescencia, el rechazo de mi familia y los pocos amigos que tenía me dejaron, sabiendo perfectamente mi estado y soledad por la que estaba pasando, los peores años de mi vida sin duda alguna.

Todo por lo que pasé me fué rompiendo cada día mas, mi autoestima estaba por lo más bajo y no tenía ningún hombro en el cual poder llorar, a excepción del de mi mejor amigo el cual nunca me ha dejado sin importar nada y mi cariñosa madre que me acepto sin problemas, defendiéndome siempre de mi padre y de todos los que se atrevieran siquiera a mirarme mal, pero en su ausencia nada se podía hacer.

Por alguna razón siempre sentí una presencia detrás de mi, protegiéndome y cuidándome de todo mal, cosa que aunque tal vez fue parte de mi imaginación, me reconfortaba en demasía.

Siempre soñé con que algún día alguien me sacara de mi terrible agonía y me amara con la misma intensidad que yo podía hacerlo, cada vez que algún chico me invitaba a salir era por mi rostro o por satisfacción sexual cosa a la que obviamente me negaba rotundamente, ninguna vez fue enserio o por razones realmente amorosas.

Comencé a apartarme de la idea de poder tener algún amor juvenil, hasta que un día todo cambió.

Un día de otoño, cuando decidí ir al parque de la ciudad a despejarme un poco y hacer bocetos en mi pequeño cuaderno de croquis, de un momento a otro un chico pálido de ojos gatunos y cabello rubio se sentó a mi lado y desde esa tarde no dejamos de hablar, nunca había conocido a nadie como él, el tiempo pasaba volando cuando estaba a mi lado.

Todo ahora es mejor, todo va bien, o no?...