Amaba la lluvia tanto como te amaba a ti.
Y eso era un problema porque
la lluvia no siempre estaba ahí
(como tú)
A veces la lluvia
(tú)
no me dejaba ver mas allá.
Y al final ya no sabía si dolía más las heridas de las muñecas
o las del corazón.
Porque las dos
Al fin y al cabo
Eran causadas por ti.
