Capítulo I

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"Accidente"

Era una cálida noche en las calladas calles de Nápoles, Leone Abbacchio y Bruno Buccellati se encontraban atendiendo un encargo del Jefe. Abbacchio se encontraba manejando uno de los autos de Buccellati, mientras este se encontraba sentado en el asiento del copiloto. Ambos hombres se encontraban charlando de diversos temas para relajarse un poco antes de llevar a cabo la misión. Una vez que llegaron a su destino, verificaron el lugar antes de bajar, en especial Leone.

Todo despejado, Buccellati. — dijo el peligris bajando del coche y cerrando la puerta.

El pelinegro también bajo del coche para mirar alrededor. Ambos se encontraban en lo que vendría siendo uno de los puertos de Nápoles. Bruno volvió a verificar el lugar con la mirada para después mirar a Abbacchio con una leve sonrisa.

Bien, ahora solo nos queda esperar. — Dijo Buccellati recargandose en la puerta del auto, mirando al cielo y suspirando suavemente.

¿Pasa algo, Buccellati? — Dijo el albino volteandolo a ver.

Solo estoy un poco cansado. — respondió el pelinegro.

Y como no estarlo, últimamente ha tenido demasiados deberes que atender. La vida de un capo era aún más ocupada que la de un pandillero. Tenía que tomar decisiones correctas y al mismo tiempo proteger a su pandilla. El peligris sabía lo dedicado que era Buccellati, así que lo más lógico que pensó es que el joven capo no ha dormido bien últimamente.

¿Porqué no descansas un poco en lo que llega el encargo al puerto? — Dijo Abbacchio con un tono sutilmente suave — Yo me quedaré vigilando el lugar.

¿Qué estás diciendo? No voy a dejarte solo a la mitad de la noche y menos en un lugar como este. — Dijo el pelinegro con un tono de enojó — No te preocupes, estaré bien.

Buccellati, porfavor. Cuánto tiempo tiene que no descansas? — Dijo el albino señalando las notables ojeras bajo los ojos de su superior — Aunque sea por unos minutos.

El menor sabía que Leone tenía razón, se sentía realmente cansado, pero aún así no quería abandonar a su subordinado. Pero a causa de la insistencia del mayor, terminó aceptando la oferta.

Está bien. Solo unos minutos. - Dijo el pelinegro con un tono suave mientras entraba de nuevo en el coche.

Bruno ajustó su asiento para mejor comodidad. Después de unos segundos, finalmente cerró sus ojos para descansar. Mientras tanto, Abbacchio esperaba por la llegada del encargo del jefe. Pero algo estaba mal, el peligris tenía un mal presentimiento, como si alguien los estuviera observando. Leone volvió a mirar alrededor del lugar por si acaso, pero no logro ver nada sospechoso. Miro dentro del coche para ver si Buccellati estaba bien, pero lo encontró profundamente dormido, no pudo evitar sonreír un poco, se veía lindo mientras dormía. Su sonrisa fue quebrada cuando escuchó una voz a lo lejos, haciendo que se pusiera alerta.

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