Capitulo III

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"Confesión"

Pannacotta y Giorno ya se habían encargado de preparar el desayuno, unos suaves y dulces Hot Cakes no le hacen daño a nadie. Se encontraban acomodando los platos en la mesa junto con sus respectivos vasos tranquilamente hasta que Narancia entra sonriente a la cocina, dando brincos de felicidad.

¡Chicos! ¡Buccellati despertó! — decía el moreno con una sonrisa gigante en su rostro.

¿De verdad? — preguntó Pannacotta aliviado, al menos su líder estaba bien.

El moreno asintió con felicidad mientras su líder entraba por la estrecha puerta de la cocina. Bruno entro con una leve sonrisa en el rostro hasta que se percató de la presencia de los rubios, lo que causó que se pusiera algo temeroso.

Buen día, Buccellati — dijo Giovanna cortésmente.

¿Cómo te sientes? — preguntó Pannacotta un poco preocupado.

El pelinegro no sabía que contestar, no los recordaba, no sabía quienes eran, ¿Acaso eran buenas personas o malas personas? No lo sabe. Solo se quedó congelado, con una mirada temerosa hacia ambos jóvenes frente el.

Giorno miro por varios instantes a su líder, no entendía ese comportamiento de inseguridad, conociendolo bien, no era propio de el. Surgieron dudas en su mente, ¿Estaba bien? Se preocupo un poco y camino hacia Buccellati lentamente.

¿Estás bien? — preguntó Giovanna gentilmente.

El pelinegro se sintió un poco intimidado, pero la voz del joven rubio era tan suave y gentil que se sentía cómodo al estar con el. Pocos segundos después, Abbacchio entró por la puerta de la cocina. Inspeccionó el lugar con la mirada hasta toparse con Bruno, quien se encontraba frente a Giorno. Leone hizo una mueca de disgusto, no le agradaba que ese idiota estuviera cerca de Buccellati.

Abbacchio, tú también bajaste — dijo Fugo volteandolo a ver.

El albino respondió con un monosílabo y volteó a ver a Pannacotta. Sabia que no podía mantener la situación del pelinegro en secreto, tenía que avisarle al resto. Leone le hizo una señal a Fugo para que salieran del lugar. Pannacotta lo miro confuso, pero viniendo de Abbacchio supuso que era algo importante. Ambos se dirigieron hacia la sala de estar.

¿Esta todo bien? — preguntó el joven rubio.

Buccellati perdió la memoria — el albino fue directo al grano —Cuando despertó, no sabía quién era ni en donde estaba. Se veía asustado.

¡¿Que?!— respondió el rubio exaltado — Vamos, Abbacchio. Sabes que no me agradan ese tipo bromas — dijo Fugo frunciendo el ceño.

¿Crees que bromearia con un tema así? — respondió el mayor con seriedad.

El rubio se sentó en el sofá, y lentamente comenzó a rasguñar sus nudillos. Es típico de el, sabiendo que sufre de ataques de ansiedad cuando algún miembro de la pandilla está en situaciones delicadas.

¿Cómo sucedió? — preguntó el rubio.

Mi teoría más acertada es que cuando Sale nos atacó y caímos al mar. El golpe que se dió contra la ventana y el panel del auto fue la causa de su situación actual — dijo el albino — Todo esto es mi culpa...

El rubio volteó a ver Abbacchio, quien ahora se encontraba sentado en el sofá, cruzado de brazos y mirando hacia el suelo. Pannacotta sabía que aunque el mayor fuera alguien gruñón y duro, se preocupaba demasiado por los miembros de la pandilla, a excepción de Giorno claro, pero su preocupación aumentaba cuando se trataba de Buccellati. Además que el hecho de tener un pasado tan difícil y cruel como el del mayor era un fuerte motivo para sentirse aún más culpable por dicha situación.

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