"Vergüenza"
Una vez que su respiración se tranquilizó, Bruno observó a Leone con sus mejillas sonrojadas, no entendía porqué, de verdad no lo hacia, pero no quería despegarse de el ni de su cuerpo. Su corazón palpitaba como si fuera a explotar, no tenía ni la mínima idea de la extraña mezcla de sentimientos que comenzaba a desbordarse de su corazón, que comenzaba a volverlo loco.
Por otro lado, Abbacchio comenzó a maldecirse a si mismo en su mente, pensando en que carajos había hecho por jarioso. Estaba mal, estaba muy mal. Pero, ¿cómo remediar algo que ya sucedió? Esperaba que al menos Bruno mantuviera eso en secreto, ya que de no ser así, no sabia en qué pensarían los demás, posiblemente lo mataran a palos por aprovecharse de la inocencia del capo sin memoria.
— Abbacchio — lo llamó el pelinegro con dulzura mientras colocaba sus manos en las palidas mejillas suavemente ruborizadas.
Leone lo miró confundido, mientras que Bruno acercaba su rostro al contrario con los labios ligeramente abiertos y las mejillas rojas, buscando más contacto. Sus respiraciones se mezclaron, y Buccellati besó los labios ajenos con dulzura. A lo cual, Abbacchio abrió los ojos sorpendido, pero no se negó a recibir tal muestra de afecto. Se besaron lenta y delicadamente mientras se abrazaban mutuamente, uniendo más sus cuerpos hasta quedarse sin aire. Buccellati lo miró con un cariño infinito y una tierna sonrisa, y Abbacchio sintió como le dio un paro cardíaco por sobredosis de dulzura.
[...]
Una vez fuera de la bañera, Leone se dedicó a secar los cabellos azabaches de Bruno, mientras esté tarareaba felizmente con las caricias brindadas. Una vez que sus cabellos estuvieran secos, Abbacchio le colocó una bata de baño limpia para cubrir su delgado cuerpo. Buccellati buscó el frasco con su oruga Spaguetti dentro y salió de la habitación para acostarse en su cama mientras observaba al pequeño ser dentro del frasco. Por otro lado, el albino tenía toda su gabardina empapada, así que prosiguió a deshacerse de todas sus prendas y tomar un baño rápido mientras dejaba secar su ropa. Una vez terminado su baño, salió de la habitación para dirigirse a su habitación.
Al escuchar los pasos, Buccellati lo volteó a ver con una sonrisa.
— Abba...!
El menor abrió los ojos como platos al observar el fornido cuerpo del mayor ante el, esos brazos fuertes, sus pectorales, sus cabellos húmedos, lo único que arruinaba el momento era la jodida toalla alrededor de sus caderas. La cara de Bruno enrojeció notoriamente al observarlo de esa forma, volviendo a sentir lo que sintió hace unos minutos atrás al estar sobre su regazo.
— ¿Estas bien? ¿Necesitas algo? — preguntó tranquilo Abbacchio.
— Y-Yo... — tartamudeo el menor — Nada... — miro hacia otro lado avergonzado.
— ¿Seguro? — volvió a preguntar el mayor.
El menor solo asintió y volvió a sostener el frasco con la pequeña oruga dentro. El albino solo soltó un monosílabo y salió de la habitación. Bruno no sabía porque sentía todo eso, no sabía que era, pero quería estar con el, no quería que lo abandonara, necesitaba su cariño, sus caricias, su calor. Lo necesitaba tanto pero le apenaba tanto admitirlo y decírselo de frente.
Leone se dirigió a su cuarto para vestir ropa cómoda, después de todo, ya no tardaba en anochecer. Después de ésto, se dirigió de nueva cuenta a la habitación de Bruno para recoger su ropa húmeda. Al abrir la puerta, encontró a Bruno abrazando su gabardina semi húmeda, lo que lo hizo ruborizar al instante. Al escuchar la puerta abrirse, Bruno volteó y sus miradas chocaron.
— ¿Q-Que haces? — tartamudeo el albino confundido.
— ¡A-Abbacchio! — gritó apenado el menor soltando su gabardina rápidamente — Lo siento, yo solo...
La cara de Bruno estaba totalmente roja al ser descubierto por el mayor, se sentía apenado, avergonzado. El albino solo tomo su gabardina y lo miró extrañado. Soltó un suspiro y beso la frente del menor suavemente y salió de la habitación. Buccellati sonrojó y colocó su mano en su frente, sintiendo el calor de los labios que se posaron ahí anteriormente con una sonrisa tierna.
[...]
Pasaron las horas y finalmente llegaron los demás. Lo primero que hicieron fue reportarse con Abbacchio, quien se encontraba en la sala con sus audífonos puestos.
— Ya hicimos todos los pendientes — dijo Giorno, llegando con un par de bolsas de comida — y trajimos la cena.
— Cállate Giorno — frunció los labios el mayor.
— Por cierto, ¿dónde está Buccellati? — preguntó curioso Ghirga.
Escucharon pasos rápidos en las escaleras y un grito de felicidad, era Bruno corriendo escaleras abajo mientras su sonrisa de felicidad aún prevalecía.
— ¡Llegaron! — grito entusiasmado el pelinegro dando pequeños saltitos de felicidad.
El grupo no pudo evitar sentir enternecerse ante la conducta del menor, era como un perrito entusiasmado al ver a sus dueños llegar. Solo le faltaba menear las caderas como si fuera una cola.
A los pocos minutos, la pandilla se encontraba sentada en el comedor degustando la cena, hablando de temas triviales como solían hacer normalmente. Lo bueno fue que esa noche Mista no comenzó con su platica turbia acerca del canibalismo y como Narancia sería un manjar para los canibales. Por otro lado, Bruno le dirigía tiernas sonrisas al albino con las mejillas ligeramente sonrojadas, quien correspondía con una sonrisa pequeña al toparse con los tiernos gestos del pelinegro.
Pero en realidad, Buccellati estaba comenzando a idear un plan para que Leone no lo abandone de nuevo y pueda sentir por más tiempo su fornido y caliente cuerpo.
¿Qué tendrá en mente Buccellati?
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¡Buenas gente! 🥰
Ya vine a actualizar este fanfic tan querido uwu disculpen que sea un poco corto, en el que sigue vendrán más cositas osi osi 👀 ¿que estará planeando Bruno?
¡Gracias por leerme! 🥰
- Cøckatiellë
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| Dolce Incidente |
RomanceBruno Buccellati ha perdido la memoria a causa de un accidente. Al sentirse culpable, Leone Abbacchio y la pandilla tratan de ayudarlo a recuperarla. ¿Acaso Buccellati recuperará su memoria? ------------------------------------------- Una historia...