DOCTORA

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-Las tijeras, por favor-pidió resingnada la cirujana. 

-Aquí están -ofreció el pasante de instrumentista, apretando un poco la mano de la cirujana.

Ella realizó un corte, una sutura y listo. Su paciente estaba listo. 

La máquina comenzó a chillar, fuerte, claro como lo que ella acababa de hacer. El resto del equipo médico se esmeró en traerle de vuelta, ella fingiendo lo mismo. Aunque luego de varios intentos lo perdieron. 

-Llenaré  el acta de defunción -avisó la cirujana. Cuando todos salieron ella soltó la carcajada. A la vez que el pasante entraba. 

-¿Qué hiciste, mi amor? -inquirió  él preocupado por la cordura de su mujer.

-Papá y yo tenemos un trato: Un alma para él y otra para mí.

El pasante dió un paso atrás, pero ella atajó su brazo, atrayéndolo a la mesa de cirugía.

-Él era un hombre bueno, fiel y honesto. Ahora está con mi padre.-ella tenía las manos sobre sus hombros, lo miraba tal gato a un ratón. 

-¿Tu-tu-t-u padre? -preguntó, anonado- ¿Qui-qui-én e-e-es?

-Ay tontito -rió ella- ¿Acaso nunca has oído del cielo y el infierno?

Mientras el pasante meditaba las palabras, ella rasgaba su garganta de manera limpia, dejando caer el cuerpo sin miramientos. 

Ella lo sabía, él había sido un mentiroso, ladrón, impostor y muchas cosas más. Pero a ella simpre le habían gustado los chicos así. 

De todas formas, una diablesa no su puede conformar con menos.

Cataleya: Cuentos para dormir #1Where stories live. Discover now