Solo un Beso

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No era catorce de febrero, pero era casi igual de malo. El día del aniversario de la tienda los dueños habían decidido que querían hacer tanto daño a sus empleados como en aquella fatídica fecha. ¿Cómo? Con una imperdible promoción de barra libre de postres y alcohol para todas las parejas enamoradas que asistiesen y pagasen la módica cuota de entrada por los cubiertos y las copas.

Honestamente, él no tenía nada contra las parejas de enamorados. Vale, que había terminado con su novia un mes antes y el chico con el que había pasado unas semanas coqueteando resultó ser demasiado hetero y sin nada de curiosidad así que... sí. Ahí estaba en la entrada del local, sobre un podio de madera rojiza, con una sonrisa falsa recibiendo a las parejitas que reían y se sujetaban los unos a los otros como si con eso fuesen a parecer más enamorados, como si fuese su trabajo el catalogar si eran lo suficiente parejas para tener la promoción.

Oh, pero esperen. Si ERA su maldito trabajo el catalogarlas. Porque su jefe había sido muy estricto con el hecho de que no quería ninguna pareja de amigos mintiendo en la entrada solo para conseguir postres y alcohol gratis. No importó que él reclamase de que, de hecho, no era gratis porque la cuota de entrada igualmente debía pagarse. Había habido suficiente publicidad por la ciudad como para que la tienda se llenase de parejas reales, pero de todas formas había recibido la orden de no dejar pasar a nadie a menos que le convencieran que eran pareja. Y él necesitaba el trabajo, así que intentaba hacerlo bien, aunque fuese una tontería así.

Luego de echar a un par de parejas que obviamente solo estaban jugando para comer barato, negándose a darse un beso, la noche transcurrió tranquila, al menos hasta que aparecieron esos dos frente a él, haciéndole tragar saliva.

Uno era rubio, regordete y vestido como un dandy fuera de época, sonriendo con las mejillas encendidas y cálidas, como alguna clase de querubín de los libros de ángeles que su abuela le leía cuando era pequeño. ¿El otro? El otro parecía un motoquero reformado, con el pelo rojo y lentes de estilo steampunk por lo que él daría medio sueldo porque le quedasen igual de bien. No podían ser más diferentes.

—¡Buenas noches! Venimos por la promoción de barra libre de postres y alcohol —dijo voz alegre y emocionada el dandy mientras su compañero soltaba un ruidito poco comprometido, con las manos en los bolsillos.

Sus ojos pasaron de uno al otro y simplemente tuvo que negar.

—Lo siento, pero es una promoción solo para parejas —se disculpó, esperando que no le diesen un problema. Las cejas del motoquero se arquearon con algo que le pareció era diversión, mientras que el rubio dandy ponía una expresión de duda, mirando a su compañero y luego a él, sonriéndole como si fuese un niño y no un joven de ventitantos.

—Pues... nosotros somos una pareja. Somos dos ¿ves? Una pareja.

Ok, entonces iba a ser difícil. Mentalmente se puso su traje de batallas y sonrió de la forma más encantadora que pudo, intentando ser firme pero a la vez respetuoso.

—Si, pero es para parejas-parejas. No solo para dos personas, sino que para parejas románticas. Y ustedes... no parece que sean una pareja-pareja —concluyó sonriéndoles con disculpa.

Los labios del hombre largo y pelirrojo estaban apretados en una línea y los lentes oscuros le impedía ver sus ojos, sin embargo sentía que había diversión ahí abajo, donde en el otro solo había desconcierto y algo de pesar.

—Pero... somos una pareja... no entiendo cual es el problema —insistió el dandy mirando a su compañero, quien solo se encogió de hombros con las manos aún en sus bolsillos. Cuando otra pareja se paró detrás de ellos esperando a entrar, él supo que debía concluir eso rápido, porque no había otra opción. Era su trabajo al fin de cuentas.

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