Extra

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—Hey, ángel. No era necesario que te fueses así. Ahora el pobre chico cree que hizo algo malo. Hey, ángel —Crowley rió entre dientes mientras seguía el paso rápido de Azirafel hacia donde había dejado estacionado su Bentley.

Sabía que se había dejado llevar un poco. Quizás solo debió darle un besito casto en los labios, o detenerse cuando escuchó al camarero gritar, pero ver la boca de su ángel entreabierta para él, sus ojos brillando y su respiración en su rostro ¿cómo esperaban que resistiese la tentación? ¡era un demonio, maldita sea! Así que sí. Se le pasó la mano y su lengua había ido valientemente dónde nadie había ido antes –era su mente, podía hacer todas las referencias geeks que quisiera– y ahora tenía un ángel alterado en el asiento trasero de su automóvil. Literalmente.

—¿Hiciste un milagro para abrir la puerta, Azirafel? Eso no es muy... ¡Hey! —se quejó cuando fue jalado de la corbata hacia el interior, notando que el lugar era más espacioso de lo recordaba. Elevó una ceja mientras la sonrisa comenzaba a expandirse al notar la puerta cerrarse—. Vaya, vaya, vaya, ángel travieso. Alguien está ocupando su cuota de milagros de forma descuidada hoy.

—Cállate y bésame de nuevo, Crowley —gruñó Azirafel mientras le tiraba hacia él y el demonio reía contra sus labios.

—Señor, Si, Señor —obedeció con placer.

Definitivamente iba a tener que darle una buena propina al muchacho de la puerta del restaurante cuando regresasen luego de terminar sus asuntos urgentes. Se lo merecía.


FIN

Solo un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora