Suelo sentir cuerpos vacíos a mi alrededor, con los ojos perdidos y hablándole al aire. A veces, se supone que me hablan a mi pero aun estando al frente mío no decido agarrar ninguna palabra de la que sueltan hacia mi.
Lo único que oigo es una voz dentro de mi cabeza que me atormenta y me vuelve sordo del resto. Me vuelve ciego y no me permite ver el sol por las mañanas, ni los ojos de la gente. Me hace ver, sentir y saber todo tan amargo, que siento que el café ya no me desagrada tanto.
Extraño tanto el té, pero hasta este es endulzado con miel amarga.
Ojalá algún día pueda tomar café sin sentir un revuelto en mi estomago, al pensar que ese sabor tan amargo me recuerda a todo lo malo de esta vida.