Esta es la primera parte de la saga 2028, una mezcla entre la ficción del contexto en que sucede la historia y algunas partes basadas en la realidad en lo que refiere a los personajes y las relaciones entre ellos. Os invito a vivir el día a día e...
¿Sabéis vosotros cuál es la diferencia entre militares, agentes y diplomáticos? No, no, no os equivoquéis... estamos hablando de cuáles son sus funciones a día de hoy, en el año 2028. ¿No? ¿No lo sabéis? Bueno... dejadme introduciros al fantástico y tenebroso mundo del futuro. Yo soy el señor X. ¿Cómo que no me llamo así? (...) ¡Me llamo señor X! ¡Habráse visto! (...) No voy a discutir con vosotros. Yo soy vuestro narrador... bueno, de acuerdo. Empecemos.
Seguramente nunca hayáis oído hablar de los continentes perdidos, a excepción de la Atlántida (Atlantis), y de ser así, los nombres de Mu y Lemuria os sonarán completamente desconocidos.
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El continente de la Atlántida es, sin duda, del que más cosas habréis escuchado. Existe todo un mito importante alrededor del mismo y, en especial, de su misteriosa desaparición. Sin embargo, fue Auguste Le Plongeon quien empezó a teorizar sobre el continente perdido de Mu, del que a día de hoy solo quedarían restos en forma de islas. Este súper continente abarcaría prácticamente todo el Océano Pacífico, desde las Islas Hawaii hasta laIsla de Pascua y casi el sur de Chile. Finalmente, con respecto a Lemuria, solo Madagascar habría sobrevivido a la catástrofe que precipitó su desaparición.
¿Qué pensaríais si os dijera que tanto Atlantis como Mu y Lemuria no solo existen, sino que siguen siendo habitables? ¿Qué pensaríais si dentro de esos mundos paralelos dentro de nuestro propio planeta una serie de hombres y mujeres estuviesen creando todo un movimiento subversivo contra los dirigentes globales conocedores de estos tres continentes?
Se han escuchado y elucubrado numerosas teorías acerca de, por ejemplo, el Club Bildelberg o los Masones, pero nadie se ha atrevido nunca a hablar de La Confederación, el más siniestro grupo interestatal dirigente de todos los acontecimientos del mundo.
Cuando Bailey Firenze y David Johnson ingresaron en la Academia Triestamentaria, esperaban llegar a ser grandes personalidades dentro de sus respectivas esferas profesionales, pero nunca creyeron encontrar la gran respuesta al funcionamiento del mundo en términos socioeconómicos, ni mucho menos llegar a desafiar a la todopoderosa Confederación.
