Esgrimistas, alquimistas y lo que escondía bajo la capa

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Kyra no podía dejar de pensar que su proyecto de entrada no era, ni mucho menos, tan vistoso como lo que sus compañeros estaban haciendo. Era un simple proyecto científico, ella no se dedicaba ni al entretenimiento ni a la farándula. Su nueva compañera tampoco parecía especialmente tranquila, y no dejaba de frotarse las manos- Kyra pensó que le estaban sudando a mares. Todas las exhibiciones que habían visto hasta el momento incluían juegos ópticos, fuego, volteretas, nada de lo que hubiesen podido preparar ella con anterioridad. La voz del megáfono les había dicho que disponían de todo lo que necesitasen para preparar su actuación, y que disponían de dos minutos para hacerlo una vez fuesen llamados. Kyra miró a Bailey y no pudo evitar preguntarse si ella tendría algo ya preparado, o todos los allí presentes estaban igual que estaba ella. Pero... por otra parte... si ninguno estuviese prevenido, ¿cómo habían realizado semejantes espectáculos?

Desde la otra punta de la grada, Charles Beaucuivre tenía fija la mirada en Bailey, quien solo se frotaba las manos, y hacía como que no se había dado cuenta de que llevaban un rato mirándola. Tampoco lo que Charles había preparado  para deslumbrar al Tribunal le valdría en esta ocasión; no obstante, estaba confiando y tranquilo. La supuesta voz había dicho que dispondrían de todo lo que necesitasen, y él solo necesitaba una cosa. 

"No tiene nada que ver con el arma, pero si me admiten, podré desarrollarlo luego" -pensó para sus adentros.

Mario Condotti no estaba prestando ni atención al resto de exhibiciones. En su cabeza solo quería que aquella todopoderosa voz le concediese un caza alemán de la Segunda Guerra Mundial para hacer virguerías delante del Tribunal.

-¡Kennedy, Milo Delano! -bramó el misterioso locutor- o lo que fuese...

-¿Del Ano? -se rió Mario.

-¿Delano-Kennedy? Vaya padres, Delano era Roosevelt -bufó Bailey indignada.

Un chico bajito, aparentemente más joven de lo que realmente era, se plantó sin nada salvo un micrófono delante del Tribunal.

-Buenos días -dijo, confiado.

El Tribunal no le devolvió ningún tipo de saludo o gesto, pero él parecía estar encantado de escucharse a sí mismo.

-¿Pretende entrar solo con un micrófono? -susurró Kyra a Bailey, quien escudriñaba con la mirada a su compañero.

-Como ya sabrán, soy Milo Delano Kennedy. Quiero ingresar en la Academia Militar y Diplomática de Altas Investigaciones, porque considero que soy el tipo de diplomático que el mundo necesita. No nos engañemos. Todos los aquí presentes sabemos- o deberíamos saber- quiénes son los verdaderos dirigentes del mundo. Quién hace, y deshace. Quién permite donde hay guerras... 

-¿Qué clase de exhibciión es esa? -Kyra no daba crédito. 

Bailey tenía el ceño fruncido.

-Es una amenaza- y ante la estupefacción de Kyra, añadió- ese chico sabe cosas que ellos no quieren que se sepa en la "superficie". Va a entrar solo porque no se pueden arriesgar a que lo difunda.

-...y donde no- concluyó Milo, esbozando una sonrisa socarrona.

La mujer que había entrado primero en el Tribunal cambió por completo su cara. Ya no parecía  aburrida, ahora parecía entre iracunda y desesperada. El chico rubio era el único que parecía no entender nada de lo que estaba sucediendo.

El joven alto y musculoso -parecía militar- que decidía quiénes entraban y  quienes no, se puso en pie de forma marcial, y se dirigió a Milo, sin revelar sus verdaderas emociones:

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2020 ⏰

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En la cuerda  floja- Walking a tightropeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora