c a p i t u l o 1

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Narra Natalia

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Narra Natalia.

Volví a llevarme el cigarrillo a la boca. Si ya fumaba bastante de por sí, estos últimos meses el número de cigarros que consumo había aumentado considerablemente. Sé que no debería fumar tanto, el tabaco mata a unas 52.000 personas al año. Lo he buscado, para ver si así dejaba el vicio. No ha funcionado. Cuando era más joven me preguntaba porque la gente usaba algo tan perjudicial como fumar para calmarse. Ahora lo entiendo. Llevo siendo fumadora desde los 17 y tal vez no lo sería si le hubiera hacho caso a Alba en su momento.

-Alba.- Suspiro soltando el humo por la boca.

Me apoyo sobre los codos en la barandilla del balcón de mi piso. Vivo sola desde los 23 en un piso de alguna calle que nadie conoce en Malasaña. A mis pies se encuentra Madrid, inóspita y fría. Cuando vine a vivir aquí tenía la ilusión de una cría el día de reyes. Durante gran parte de mis 25 años de vida me pareció la ciudad más increíble de todas. Ahora solo me parece una cárcel de alfalto en la que estoy obligada a vivir por mi trabajo.

Mi mente sigue divagando hasta que noto algo removerse cerca de mis piernas. Giro la cabeza y sonrío levemente al darme cuenta de que solo se trata de Mercury. Mercury era mi gato desde hacía unos ocho meses. Lo había encontrado un día al salir del trabajo. Estaba abandonado y enfermo, así que sin pensármelo lo traje a casa. Pensaba en llevarlo a una protectora pero Marta me convención para quedármelo argumentando que me haría bien algo de compañía. El nombre se lo había puesto mi hermana Elena un día que vino de visita, en honor a Freddy Mercury.

-No me mires así y deja de juzgarme por fumar.- Le dije al gato que me miraba fijamente con la cabeza algo ladeada y soltando un maullido.- Vale, vale ya lo apago.- Apagué la colilla a medio fumar y cogí al gato en brazos. Lo miré en mis brazos y solté una sonora carcajada.- Creo que me estoy volviendo loca, le estoy hablando al gato.- Dije mientras me adentraba en la casa.

Dejé a Mercury en el salón y yo me fui a la cocina ha hacerme un café. Eran las 8 y media de la mañana y a pesar de que era mi día libre en el trabajo tenía tan arraigada la rutina que me era imposible no madrugar. Trabajaba en una de las discográficas más grandes del país como productora. Manu Guix, jefe de la discográfica, vio mis covers en intagram y un día llamó a mi puerta ofreciendo la oportunidad de mi vida. Me ofreció una beca para poder estudiar producción aquí en Madrid y yo acepté. A día de hoy trabajo con él produciendo lo que él llama, los próximos éxitos del panorama español.

Estaba a punto de encender la cafetera cuando oí un fuerte ruido que provenía del salón.

-Mierda.- Pensé. Seguramente Mercury había visto alguna mosca y estaría intentado cazarla. Corrí en dirección al salón antes de que mi gato se cagara todo el mobiliario. Cuando llegué me encontré un percal que, en otra situación, podría haber sido gracioso por ejemplo si le ocurriese a la Mari. Los libros de los estantes estaban en el suelo y una lámpara corría el riesgo de caerse. En el suelo, Mercury en posición de ataque miraba a la mosca que se posaba en una de las fotos que tenía colocada en una de las estanterías. Mis ojos pasaban del gato al insecto y viceversa.

Somos instantes - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora