Sauveterre se levantó con los miembro totalmente entumecidos por el frío. Era temprano en la mañana y parte de la niebla se había adherido al pastizal de la llanura en forma de gotas de rocío.
El francés se incorporó con dificultad y se calentó las manos soplando a través de ellas. En él había un gran vacío. Esta situación le recordaba a algo que no necesariamente había sido una vivencia agradable, y que no era oportuna de tener en mente. Bajó la mirada al joven de cabello castaño que estaba a su costado, inquieto, herido. El soldado realmente habría agradecido el haber nacido animal y no tener conciencia de nada en lo absoluto. Dió unos respiros hondos antes de levantarse y estirarse. La niebla se disiparía pronto, lo sabía por el asomo del sol a sus espaldas.
Sauveterre deshizo la fogata y mezcló las cenizas con tierra para disimular en el terreno, luego dió un recorrido exploratorio en el rango visible del lugar donde estaban. Solo le quedarían cuatro enlatados y un par de sorbos en la cantimplora. Había que pensar rápido.
El soldado estaba cansado y tenía frío. Retomó su lugar junto al de cabello castaño quién ya había normalizado su respiración y le colocó encima su chaqueta. Por lo menos en su época tenían ropa térmica.
Sauveterre todavía tenía esa sensación de enfermedad y vacío extraños; una apatía que dolía. Tenía una pequeña radio que el ejército siempre repartía a sus unidades, pero le sería imposible utilizarla sin señal. ¿A quién engañaba? Ni siquiera existirían los tocadiscos.
En el tiempo que él se había tomado en contemplar su aparatejo la niebla había empezado a disiparse. El rubio se levantó con estrés y con todo lo contrario a gentileza arrancó el abrigo de su acompañante, despertándolo.
-Vámonos.
Empezó su avance sin siquiera esperar al soldado joven que, aunque confundido, le siguió lo más rápido que le permitía su pierna. Un silencio sepulcral se hizo presente mientras andaban sin rumbo aparente; hasta que, sin previo aviso, el joven saltó:
-Monsieur!¡Los soldados enemigos sabrán del ataque de la armada!
Sauveterre se volteó a verlo:
-¿Ataque?
- Supongo que me debo explicar, monsieur; el campamento de la tropa iba a ser levantado en dos días para empezar el avanze hacia las costas que dan hacia el canal de La Manche para intentar abordar pequeños botes y no llamar la atención de las grandes embarcaciones de la Royal Navy. Si el Barón Winchester logra informar acerca de esto, toda la tropa estará perdida.
Robert, que había escuchado en silencio, lo agarró de la manga y avanzó hacia una hondonada con una pequeña arboleda.
-Monsieur?
-Ya no me interesa tu ejército; que se jodan por no escuchar disparos en carpas EXACTAMENTE EN EL CENTRO de SU campamento. Igual, Napoleón perderá en Waterloo.
Dejando al más joven perplejo con esto último, agarró una rama recta, casi de su tamaño y empezó a cortar la base con su chuchillo.
El joven de cabello más oscuro no entendía que hacía el mayor. Sauveterre iba de aquí para allá, pelando la rama y quejándose por algún que otro mal movimiento. Silvain simplemente se sentó a un lado.
Pasaron dos horas y el arco iba tomando forma. El francés hizo una muesca en cada esquina y con mucho cuidado arqueó la rama para comprobar si funcionaba. La rama se quebró.
Lanzando una maldición Robert se volvió a levantar, buscando otra rama larga y recta para repetir nuevamente el tedioso procedimiento; realmente habría deseado prestar más atención a la sesión de supervivencia del ejército.
En esta ocasión el procedimiento tuvo que detenerse a la mitad. En determinado momento, cuando el cuchillo se avecinaba al trozo de madera, ésta se partió haciendo un crujido húmedo, exponiendo sus entrañas. Estaban plagadas de gusanos.
El soldado saltó en su sitio y con un gesto de asco arrojó la madera, que se deshizo contra una roca. Sauveterre se recuperó de su sobresalto y, en un intento de calmarse, se masajeó las sienes. Se levantó para buscar otra rama, pero Silvain lo detuvo; en sus manos sostenía una vara, ni muy larga ni muy corta, solo un poco arqueada y muy lisa, ideal para la fabricación del arma.
Con un gesto de agradecimiento y en parte abochornado, Sauveterre musitó entre dientes un "Merci" y empezó a tallar nuevamente. La madera era tan buena, tan sexa, que en solo tres horas ya estaba armada la estructura del arco. Era flexible. Era ligero. Era firme. Ahora solo faltaba la cuerda...
Apenas Sauveterre se percató de esto, se le cruzó por la cabeza arrancar una tira de su pantalón o chaqueta, pero Silvain lo interrumpió en pleno pensamiento. Le enseñó una trenza que estaba haciendo con fibras de la corteza de un árbol joven. El gesto del de cabello claro entonces cambió de frustrado a sencillamente cansado. El joven hacía su esfuerzo.
Continuará...
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Me desaparecí un buen tiempo y esto no es todo, simplemente quise publicar esto porque ya había publicado la parte incompleta antes y me sentí mal. Espero que entiendan lo ocupada que he estado :(
Se viene el cap 10 chicxs!!!!BTW, gracias a mi beta por corregirme los caps -w-
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Timeline: The Lost Soldier
सामान्य साहित्यRobert, un soldado de la 2da guerra mundial, queda atrapado bajo los escombros de una casa por sacar a un niño que quedó atrapado. Luego de que sus compañeros lo abandonaran, dándolo por muerto, siente que las vigas sobre sus hombros se levantan, de...