PRIMERA PARTE

5K 468 187
                                    


Charles observó a la joven morena estremecerse bajo los cuidados de Hank. Ella tenía tantas heridas que era difícil creer que había sobrevivido por tanto tiempo. Hasta que, horas más tarde, la muchacha murió ante la pena silenciosa de todos. Charles suspiró, resignado, con un notable cansancio que opacaba sus ojos azules.

Al asomarse a la vista de su jardín seco y descuidado, se preguntó, otra vez, en que momento su fe había comenzado a morir. Ya no tenía discursos positivos que dar, todos se agotaban cuando otra bomba estallaba dentro del país. Lo único que podía ofrecer era resignación y una mansión enorme que se usaba como refugio para los mutantes. Era gracioso que ese mismo lugar fuera una antigua escuela dónde se había ofrecido un mejor futuro para muchos niños con dones especiales.

Niños, pensó Charles con nostalgia. Los niños habían dejado de existir hace más de diez años. Ya no había más bebés viniendo al mundo. La infertilidad simplemente atacó como si fuera un poderoso virus. El problema no parecía ser preocupante, hasta que los hospitales de todo el planeta dejaron de reportar nacimientos. Los niños nacidos, comenzaron a morir y los pocos que sobrevivieron, se habían hecho jóvenes. En cuanto las risas y los llantos infantiles desaparecieron para siempre, la bulla de las guerras fueron un terrorífico sustituyente. La escuela dejó de tener alumnos y a cambio llegaron mutantes gravemente heridos.

Extrañaba muchas cosas, a veces se cuestionaba si todo había sido un sueño.

—¿Me permites? –Hank lo interrumpió. Tenía las manos sobre los mangos de empuje de su silla de ruedas. Charles asintió. –Raven envió un mensaje. Ellos llegaran en una semana. –Hank lo estaba llevando por los alrededores de lo que antes era el estanque. Solían haber muchas flores ahí, pero ya sólo quedaban ramas secas y tierra.

—¿Te notificó algo más?

—No. Parece que todo marchó bien.

—¿Recibiste noticias de Logan?

—Nada. Ya sabes cómo es él.

Hank se detuvo en medio del viejo puente. Ambos se mantuvieron en silencio, últimamente ya no había mucho que decir. Las noticias eran las mismas todos los días. Enfrentamientos al sur o al norte, sequías, muertes...ya daba igual, lo único diferente eran los nombres.

—En realidad quería informarte sobre el avance del suero.

Los ojos de Charles brillaron, hace meses que no recibía noticias sobre el proyecto de Hank para hacer que vuelva a caminar sin afectar demasiado sus poderes. Él estaba acostumbrado a su silla, pero en estos tiempos, caminar era un requisito para seguir sobreviviendo.

—¿Algo positivo? –Preguntó esperanzado.

—Eso creo, debemos probarlo ahora.

Ambos se dirigieron al laboratorio de Hank. El lugar, era uno de los pocos espacios decentes dentro de la mansión, aparte de la biblioteca y la cocina. El resto de la casa se había decolorado y cada día se descubría una rajadura nueva en las paredes o techos. A Charles le gustaba estar ahí, pero, por lo general, prefería no entrar e interrumpir los momentos de Hank. La mayor parte de su tiempo se la pasaba en su estudio o en la biblioteca, rebuscando datos que pudieran servir en las misiones. Y la otra parte, se encargaba de supervisar a los mutantes que habían decidido seguir quedándose en su casa.

—Ya sabes, los efectos pueden dejarte inconsciente unos minutos.

Charles asintió. La fina aguja penetró su piel y el líquido azulino recorrió sus venas. Cuando el suero se terminó, Hank dio un paso atrás, esperando algún cambio o un informe novedoso. Por su parte, Charles sintió un leve mareo que intensificó el rango de sus poderes. Fue bastante doloroso, pero se contuvo de gritar y en cambio, apretó las manos en los reposabrazos de su silla. Su respiración se agitó durante unos segundos, antes de que comenzara a sentir levemente la temperatura de sus piernas.

Golden slumbers  。 cherik ; mpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora