Herida

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Steve logró calzarse los zapatos y siguió las huellas de Tony a través de la nieve, se dirigía a una zona un poco despoblada de parque a esa hora, así que no pudo evitar preocuparse por él. Le vio de pie por un segundo y, luego, correr y caer de bruces sobre la nieve.

Tony decidió dar un paso hacia la orilla del lago, afortunadamente, para él, pero no para von Doom el hielo no era tan delgado y le dio tiempo para intentar alcanzar la orilla a su costado, un poco más cercana y cuyo hielo era más grueso. Entonces, escuchó la voz de Steve llamándole, aún estaba en peligro, puesto que sus piernas seguían en sobre la delgada superficie de agua congelada. Levantó el rostro hacia él y lo siguiente que sintió fue las manos de éste levantándolo por debajo de las axilas. Las puntas de sus zapatos rozaron el hielo y este finalmente cedió, pero Tony ya estaba de nuevo sobre la tierra helada cubierta por una capa de nieve.

—Tony, ¿estás bien? —preguntó Steve abrazándolo, mientras veía el hielo quebrado a la distancia, el agua onduló y prometió estar helada, al punto de paralizar los músculos.

Tony asintió y respiró agitadamente, al tiempo que se aferraba a la ropa de Steve. Él mismo sabía el peligro, era un ser de aguas tibias, habría sufrido mucho,  no habría podido moverse, ni nadar ni un poco a la superficie.

—Steve...

—Lo siento—dijo éste—, no quise hablarte así. Lo siento, sólo... es sólo que nunca había sentido esto y no quiero perderte.

Tony no dijo nada, sólo asintió, abrazándose más fuerte a él. Luego, recordando, giró el rostro hacia donde había estado ese hombre siniestro. Pero, cuando volteó, ya no estaba. Tragó saliva y volvió al abrazo.

Aquella noche, Tony se acurrucó con Steve entre las mantas de la cama, habían subido la calefacción. Se sintió confortable y seguro. Había tenido miedo en esos minutos, ahora no sabía si ese tipo era real o no, pero le había hecho sentir expuesto y tras mirar hacia Steve, quien dormía tranquilamente a su lado, pensó que él tampoco quería perderlo, comprendía su sentir, lo que le causaba y el dolor que prometía la separación. Steve no podría ir con él, pero él...

Se incorporó un poco y, luego, se inclinó hacia él, le besó en los labios suavemente; y fue suficiente para que Steve despertara. Le sonrió y abrazó de manera tal que Tony trepó sobre su cuerpo.

—Steve—dijo—, acepto.

—¿Eh? —Steve frunció el ceño medio dormido y confundido.

—Acepto casarme contigo.

Tony vio la sonrisa de Steve ampliarse, y lo besó para llevarse en los labios toda su dulzura.

Afuera, dormido de manera incomoda en su automóvil, con algo de frío y con pesadillas, el Dr. Von Doom y aguardaba, una vez más, que la pareja saliera. Esta vez, se dijo, no iba a fallar. Si no hubiera sido por Steve, quien había llegado justo cuando él había ido por sus redes, ese tritón ya estaría en su poder. Las instalaciones secretas en su hogar, sólo estaban esperando a su huésped y moneda de cambio. Esperaba tener más suerte al día siguiente; ya no sería tan blando.


Steve despertó contento, con mucha energía y despertó a Tony con más besos de los que él hubiera imaginado. Y después, no paró de hablar sobre la boda.

—Tengo que presentarte con mis amigos, estoy seguro de que ellos te amarán.

Tony sonreía ante la felicidad del otro, aunque no estuviera seguro de lo que éste decía.

—Es más, les llamaré para vernos está tarde—dijo Steve tomando su teléfono celular, pero casi de inmediato, se dio un golpe con la palma en la frente—. Lo olvidé, hoy es la recepción en la galería. Me lo dijo Bucky, pero lo había dejado pasar.

Me enamoré de un tritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora