Fragile

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La cena en la casa de Chaeyoung fue tranquila. Mina disfrutó de cada bocado como si no hubiera probado la comida casera en mucho tiempo.
Incluso la amable señora madre de Chae, como Mina la llamaba, quedó encantada con la visita y con más razón la consintió con más comida e incluso un delicioso postre.

Charlaron un poco sobre el clima, últimamente habían ventiscas inesperadas que sin duda eran incómodas para todos. Luego charlaron sobre un programa de tv que se transmitía en esos días, Chaeyoung habló con ánimo sobre la trama y los personajes, Mina en cambio solo se limitó en observar las facciones de su rostro.

Era cierto que hace poco la conocía en persona, pero algo que Mina no le había dicho era que se había fijado en ella mucho tiempo atrás.

— Muchas gracias por la comida.— agradeció de la manera más formal posible levantándose de la mesa con su plato en mano.

— Mina querida, no te preocupes, déjalo ahí ya lo llevaré yo.— la mujer tomó los platos de sus manos y se apresuró a la cocina, Chaeyoung la acompañó con otro par de utensilios que quedaban sobre el comedor.

La casa era agradable, era un ambiente familiar que estaba revolviendo su pecho de emoción y que le estaba causando otro sentimiento que en mucho tiempo no había sentido.

— Vamos a mi habitación.— Chaeyoung salió con dos cajitas de jugo y sonriendo le entregó una de ellas.

Tenía que admitir que algo en su forma de sonreír le estaba conmoviendo.

Mina asintió y subieron las escaleras que daban al segundo piso, ahí estaban todas las habitaciones, pero existía un tercer piso en el cual estaría el ático, eso lo dedujo viendo al techo y encontrándose con una compuerta que probablemente desplegaría otras escaleras.

Luego de abrir la última puerta se encontró con la que era obviamente la habitación de una artista tal y como lo era la fotógrafa.
Había todo tipo de cosas que un dibujante desearía tener, al igual que varios lienzos en el suelo con pinturas sobre una mesita metálica. Pero lo más impresionante era el mural de fotos en la pared, a esa distancia no diferenciaba bien cada una pero mostraban un patrón natural, cómo si cada una fuera tomada en un lugar distinto pero igual de hermoso.

— Perdón el desastre, no suelo tener visitas aquí.— Chaeyoung se disculpó con algo de vergüenza y prosiguió a ordenar su cama que seguía sin tender.

— No te preocupes.— sinceramente se estaba fijando más en las fotografías que en el resto del lugar, ahora empezaba a entender por qué se quiso acercar a Chaeyoung de forma tan repentina.

Volviendo al día cuando se encontraron en una situación tan infortunada, Mina no la había sacado de su cabeza. No era porque le interesara de una forma especial, era porque le atraía y algo dentro de ella sentía emociones a su lado.

Hacía tanto que Mina nos sentía algo.

No es que fuera un humano insensible. Pero si era honesta nunca tuvo esa sensación de seguridad con nadie, aunque parecía que eso estaba cambiando con la pequeña chica, todo estaba cambiando muy rápido.

— La memoria debe estar por aquí, déjame buscarla.— mientras se dirigía a su escrito y fingía mover sus cosas, Mina observaba la pared de fotografías, pero también le llamó la atención una en particular.

— ¿Soy yo?— tomó la fotografía con curiosidad y notó que se trataba de una foto un tanto borrosa pero era fácil identificar el rostro. Recordó que durante su encuentro en el sendero le tomó una foto por error en el momento que se toparon. Por eso aparecía con un rostro desprevenido y a su vez sorprendido.

Echo [Michaeng] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora