Capítulo 12

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Subió cada escalón con cautela. Podía oír el crujido de cada escalón al entrar en contacto con su suela.

Finalmente subió, miró de lado a lado. No había nadie, entre los pasillos, estaba solitario.

Escuchó un ruido que venía desde su habitación. Sonaba un tarareo, lentamente se acercó y miró desde la puerta que estaba levemente abierta.

Ahí estaba, la figura de su madre de espaldas mientras cargaba un bulto en sus brazos. Ella era la que tarareaba. Era realmente bizarro la imagen que presenciaba.

Escuchó un ruido en la planta baja, volteó la mirada, escuchó unos ruidos.

—Sé que estás ahí.. —volteó en la antigua dirección, su supuesta madre comenzó a reír —No temas, hijo.

Un escalofrío viajó por su espalda al escuchar eso voz. No había nadie en la habitación, solo estaba la cama con el bulto recostado siendo iluminado por la ventana.

—Pasa de una vez —dijo en tono demandante. No sabía de dónde salía esa voz.

Trago saliva, dio un paso lento. Empujó la puerta dejándola totalmente abierta. Miró de reojo la habitación, todo estaba en orden.

Se acercó en guardia, miraba de lado a lado pero no había nada. Se acercó al bulto en la cama. Lo desenvolvió con la esperanza de que fuese el bebé, eran sólo sábanas.

Sintió un escalofrío detrás, miró de reojo. Volteó de repente sujetando la mano del asesino que intentó encajarle un cuchillo en la espalda. Esa mujer era nadie más que su propia madre.

—¡Bienvenido Hijo! —dijo con una sonrisa perturbadora —¡El bebé está llorando!

Ambos ejercían fuerza, ella para intentar clavar un cuchillo y él para evitarlo. Golpeó su nariz con su codo, aplicó más fuerza empujandola lejos y estampandola con en librero.

—¿Dónde está? —dijo con voz ronca.

Ella se levantó lentamente, se limpió la nariz por la sangre que había brotado. Sintió una punzada en el pecho, sería difícil luchar contra la figura materna, solía discutir pero jamás la golpearia.

—¡No le faltes el respeto a tu madre! —sin pensarlo dos veces, ella se lanzó sobre él con el cuchillo en frente para clavarlo en su yugular.

Le sujetó la mano para evitarlo, ella lo pateó perdiendo el equilibrio. Estaba evitando golpearla. Utilizó una llave en su brazo llevándolo a su espalda y dejándola inmóvil por un momento.

—¡¿Quién eres maldición?! —la mujer no paraba de reír como loca. Fue volteando la cara poco a poco.

—Tu mami —su voz se oía ronca. Con un movimiento rápido lanzó un polvo blanco en la cara, parecía talco para bebé.

Lo dejó ciego por un minutos, sintió un golpe en el abdomen, era un patada que la villana le había proporcionado. Se estampó contra la puerta.

—Maldita... —mustio con dificultad, se levantó y miró de lado a lado para buscarla. Sus ojos aún tenían el polvo que hacía difícil ver.

Sintió un golpe en su mejilla, un puñetazo, sujetó la mano de donde había venido y lanzó en cuerpo a la pared donde estaba la cama. Escuchó cómo algo sólido cayó al suelo y sonrió con satisfacción. Después sintió un golpe, le estaba lanzando cosas.

Acto seguido fue crear algunas explosiones para eliminar el polvo y eliminar las cosas que la loca le lanzaba. Se acercó a la cama pero no había nadie.

—¡Sorpresa! —el cuerpo de la rubia se lanzó por la espalda y lo tomó por el cuello, con un hilo lo estaba asfixiando.

Intentaba safarse, acercó a una pared donde golpeó con fuerza su espalda para hacerla caer logrando solo aturidirla aprovechó y le explotó la cara haciéndola caer. Estaba claro que esa no era su madre, no tenía porque tener piedad de ella.

Dos Idiotas y un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora