Capítulo 13

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—¿Creen que estén en peligro? —preguntó inquieta Ochako —¡Estoy muy nerviosa!

—Calma Ochako —la tomó del hombro Yaoyorozu —No creo que estén heridos o algo así.

—¡Ya habrían llamado! —gritó preocupada.

—¿Y si realmente están heridos? —inquirió Ashido, Momo la miró sería, Uraraka comenzó a chillar.

—¡Mina! —bramó Jirou —¡No estas ayudando!

—Perdón —se disculpó sonriendo, Momo rodó los ojos.

—Deberíamos ver que están haciendo —propuso Asui —¿Alguien tiene el número de uno de ellos?

—Yo tengo en el Deku —dijo Uraraka sacando su móvil para llamar —Espero y sea buena idea Asui.

Uraraka marcó, la llamada sonó por unos minutos. Colgó.

—¡No contestan! —chilló entrando en pánico otra vez.

—Ya para Ochako, no están en problemas.... O eso creo.

Algo decaída miraba a las demás, hasta que su teléfono volvió a sonar. Desesperada atendió el mensaje de Deku.

—¡Traigan a All Mithg! —demandó alterada.

[....]

Dolía.

Dolía tanto su cuerpo, estaba tendido en el suelo. La explosión había mandado lejos a todos.

Intentaba levantarse pero su cuerpo estaba tan dañado que se desplomó en el suelo.

—Quédate ahí —presionó el villano con su pie sobre la espalda —No te recomiendo que te levantes.

Bakugou gruñó, vio de reojo a Kirishima que escondía al pequeño para que no lo atraparan.

—Ahora entrega al bebé —demandó.

—Vete al infierno —susurró contra el piso, el villano sonrió de lado.

Se alejó y miró a los costados buscando algo para que hablara. Vio la excusa perfecta.

—Tus amigos son muy nobles en venir a salvarte ¿no crees? —dijo con sorna —Que mal que vayan a morir.

Apesar de que le preocupara en el fondo, no podía demostrar que le dolía o ese jodido villano lo utilizaría.

—Pudrete —escupió con desprecio. Shigaraki continuó caminando mirando de lado a lado.

—Señora Bakugou, ¿que tal su día? —se acercó a Mitsuki que lo miraba aterrada —Es un buen día para morir ¿no?

Había dado en el clavo, esa vieja le hacía la vida imposible pero era su madre, nadie podría meterse con ella.

La tomó del brazo con sólo cuatro dedos, la levantó con algo de delicadeza.

—¿Y la criatura? —preguntó mientras tentaba a colocar el quinto dedo, ella miró con horror a su hijo —¿Podría decirme de favor?  No sería agradable utilizar a mis Nomus, no por ahora al menos.

—Yo te lo diré —respondió, los presentes miraron con atención —Pero dejala en paz, inútil.

Tomura sonrió, permitió que tomará asiento y se acercó a dónde yacía el rubio tumbado en el suelo. Eijirou escondía al pequeño para que no fuese visto. Le dirigió una mirada de preocupación.

Dos Idiotas y un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora