Esa mañana nos despertamos, casi a media mañana, pues nos desvelamos jugando videojuegos de moda y mirando películas de terror hasta muy altas horas de la noche. Jugamos al: Assasins Creed, Super Mario Bros y la versión de los Caballeros del Zodìaco, para Playstation. En tanto, el momento de viajar a Madrid, me soplò la nuca... pues, si bien faltaba mucho tiempo aùn, para mi primer entrenamiento con el equipo del Real Madrid, no podía imaginarme, pasar tanto tiempo sin mi preciosa sirenita. Por Dios... ¡deseaba que ese momento no llegara nunca!, pero ya lo habíamos hablado largo y tendido con Sonnia y el Sr. Waves... ¡ellos habían puesto su confianza en mì y no podía fallarles! Y màs importante aùn: ¡No podía fallarme a mì mismo!, asì que, tras ir al cuarto de baño a hacer mis necesidades y acicalarme un poco, me sequè las làgrimas, me vestì y tras coger un liviano desayuno, partì con destino a mi bocadito de menta. Caminè por la amplia mansión, pero, ni rastros de mi amada. Fue asì que, al llegar a la entrada a la mansión, notè que el calor era algo sofocante, por lo que, me parè frente a los àrboles frutales y, tras coger una aromática y atractiva papaya, la quitè del árbol y, tras pelar su càscara, le hinquè los dientes.
¡Estaba realmente deliciosa!
Ya estaba acabando la refrescante fruta, cuando inesperadamente, oì un grito agudo y penetrante casi como el histèrico llanto de un recién nacido.
¡Leòn!
¡Leòoon, ven aquí, canalla!
Era la voz de mi tartita de fresa. Al parecer, se hallaba en el sector de las caballerizas, las cuales se hallaban situadas en el extremo norte de la mansión Waves, casi al final de la vivienda. Sin pensarlo dos veces, me encaminè con prisa rumbo al destino indicado.
__ ¡Hey, amorcito!
__ ¿Me llamaste?__ le preguntè a Sonnia.
__ ¡Mira què bella!
__ ¡Lola, la yegüita acaba de dar a luz!__ me explicó...
__ ¡Vaya!
__ ¡Què maravilla!
__ ¡Què fabulosa sorpresa!
__ "El milagro de la vida..."
__ ¡Asì es, amorcito!__ gimiò mi princesita, plantándome un ardiente besito de estrellas en los labios.
__ A propósito, Cupido... ¿còmo dormiste?
__ Con los ojos tras la nuca, preciosa. Ya sabes, me cuesta acostumbrarme a esta vida. La vida en mi casa paterna era verdaderamente dura. Nos levantábamos a las cuatro en punto de la mañana, para trabajar la plantación agrícola y cuidar, limpiar y alimentar al ganado, entre otras cosas.
__ ¡Pobrecillo, mi Ken!
__ No es nada... ya me acostumbrarè... además, entre otras cosas, he comenzado a extrañar bastante a mis padres. Me gustaría si pudieran compartir un dìa con tu familia, Sonnia...
__ Si no es mucho pedir.
__ Sì, claro.
__ No hay problema, mi rey. ¡Pueden venir cuando gusten!__ exclamò mi budincito de vainilla.
__ ¡Mil gracias, bombòn!
__ ¡Eres la mejor novia del mundo!
__ No exageres, Leòn... "tu amor es lo màs maravilloso que me ha pasado". "Es tu amor las galácticas alitas de un àngel... esas que me transportan a un mundo maravilloso, colorido, lleno de luz y libertad". "Tu amor me ha convertido en la llameante luz de las estrellas". ¡Eres todo para mi, papito! ¡Te amo!__ concluyò. Y acto seguido, nos besamos... hasta hacer caer de los cielos, la última gota de lluvia humedeciendo el ardiente Vesubio de nuestros jóvenes retacitos de mar, las aladas melodías de nuestros corazones... al rojo vivo.
ESTÁS LEYENDO
"CUANDO LOS ÀNGELES LLORAN ESTRELLAS"
RomanceSinopsis del libro ""Cuando Los Àngeles Lloran Estrellas"" Kathryn Shays, una estudiante de doce años, vivìa en una comunidad agrìcolo-ganadera en cuya zona habitaban, no màs de dos mil personas. Kathryn, era morena, de rostro curtido por el sol y m...