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- Los meses habían pasado lentos, demasiado lentos. Además, se hacían insoportables, Rodolphus no dejaba de recordar lo"felices" que "seríamos" juntos...odiaba a los hombres tan empalagosos y en especial a este...-

Ahora, me encontraba sentada en un lujoso tocador, con dos rizos azabaches perfectamente colocados a los lados de mis orejas y mi melena, totalmente rizada, suelta. Mi mirada, no era la misma de siempre, realmente mis ojos castaños, los que siempre brillaban de manera avispada y mortífera por así decirlo, esta vez habían perdido ese brillo y estaban muy apagados, por suerte, se dice que el maquillaje por más natural que sea, hace milagros. Suspiré apenada y miré hacia el frente.El espejo que tenía  delante dejaba que viese a la jóven Bella de una manera distinta:

Vestida de blanco




Sí,tengo corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora