Llegada

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Seúl no era como lo recordaba. Los edificios resplandecían por las publicidades que eran ubicadas en sus paredes, tapando lo que una vez fue un increíble ventanal. Ahora había más tráfico, demasiado, y solo esperaba que fuera porque era el mes en el que volvían de las vacaciones.

Suspiro, recordando cuando el era un pequeño niño que viajaba con sus padres a la ciudad, sorprendiéndose de los edificios que parecían de cristal y las calles que eran transitadas por miles de personas.

Parecía que después de más de diez años la ciudad ya no era como antes.

Acostumbrado a vivir en un pequeño pueblo el omega se estremeció, acariciando a su animal, quien aún sentir lo nervioso que estaba su amo, descansaba sin preocupación sobre el regazo del ya mencionado.

La mujer beta que conducía el taxi sonreía con ternura al ver la escena, parecía que ese chico había logrado entrar en una de las mejores universidades del país. Se giró para observar a su conejo, quien estaba en el asiento de copiloto y cambiaba la música para poner una más tranquila, sabiendo que al pequeño zorro del desierto le gustaba la tranquilidad.

- Ya hemos llegado - finalmente el trayecto había llegado a su fin.

El omega giró su cabeza para mirar hacia la otra ventana, curioso de si la universidad sería igual que las fotos.

- ¿Cuanto le debo? - se sacó el cinturón de seguridad y movió su animal hacia un lado, agarrando su mochila para buscar la cartera.

- Serán 30.000 wons cariño - la mujer beta le sonrió, ese chico le parecía muy respetuoso y al parecer su conejo opinaba lo mismo del zorro.

Agarró algunos billetes, contándolos antes de entregarle a la conductora, después de eso se movió al otro lado de los asientos para abrir la puerta del coche.

Sus pies pisaron el asfalto mientras sus ojos miraban el amplio camino que se abría delante de él, y aunque era tapado por una gran valla, la elegancia del lugar no se perdía.

- Pequeño, aquí esta tu maleta - miro a la beta, quien le sonreía con sus pertenencias en las manos. El omega le devolvió la sonrisa mientras hacia una pequeña reverencia.

- Lo siento, me había despistado - agarró sus cosas mientras veía como su pequeña mascota bajaba del coche - Gracias por el viaje.

- De nada, es mi trabajo al fin y al cabo. Espero que le vaya bien con los estudios - la mujer se despidió con la mano al entrar al vehículo.

- Eso espero yo también - suspiro por milésima vez, sintiendo los nervios invadir su cuerpo.

Camino a pasos lentos hasta al guardia de seguridad, quien parecía ser un alfa. A su lado un perro, pastor alemán para ser exactos, quien estaba igual de rígido que su dueño.

- Bienvenido, supongo que usted es uno de nuestros futuros estudiantes - habló sin perder la postura - ¿Podría por favor darme su papel de identidad?

Abrió su mochila y saco el papel pedido, entregándole al guardia, quien lo leyó 10 segundos antes de entregárselo.

- Todo correcto, aquí tiene - le entregó su papel junto a otro - Son las normas de la escuela, esperemos que las respete tanto usted como su animal espiritual.

El omega asintió con la cabeza, estaba seguro de que su mascota no haría nada.

La entrada se abrió, dándole paso a un enorme camino que estaba envuelto de árboles, este se acababa dividiendo entre tres, el del centro llevaba a la universidad, donde los estudiantes iban a clases, y uno de los otros dos debía llevar a los dormitorios.

Focus On MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora