¡Estoy perdida!

99 14 1
                                    

Mi padre... No tengo buenos recuerdos de él.

Muchísimas veces olvidaba irme a ver a la escuela y llegaba muy tarde, pero una en particular la recordaré siempre.

Mi padre estaba pasando por una mala situación económica así que me inscribió en una escuela pública bastante apartada de la cuidad, mi primer día fue bien hasta que llegó la hora de irse a casa.
Esperé, esperé y esperé pero mi padre no llegaba. No quedaban más estudiantes... Los profesores se estaban yendo y solo quedábamos una profesora y yo.
La escuela cerró y mi papá no llegaba, la profesora se fue y me dijo que esperase y no me moviera de la escuela.
Ahí estaba yo, sentada en la vereda, bajo un sol abrazador, hambrienta y asustada.
Estaba en un lugar que no conocía y ya eran aproximadamente las 3 de la tarde que por lo general los niños terminan clases a las 12:30.
Caminé buscando rastro de la carretera esperando divisar el auto de mi padre pero el camino estaba vacío.
Regresé a la vereda de la escuela, empezaban a salírseme las lágrimas, no de tristeza ni miedo... Sino de rabia, ¿Por qué no llegaba? ¿Dónde rayos estaba él? ¿Yo realmente no le agradaba decidió abandonarme?

Una polvareda me sacó de mis pensamientos, era el auto de él, la única razón para subirme al auto era abandonar aquél lugar tan solitario y volver a ver a mamá.

Me sequé las lágrimas y subí al auto.

Él preguntó por qué había llorado, ¿pensaste que no te vendría a ver? –Soltó una risa burlona.

Quiero ver a mamá –Fue lo único que dije hasta llegar a casa.

Subí las escaleras corriendo, llegué donde estaba ella y sólo la miré.

¿David qué pasó, por qué llegan tan tarde? –Le preguntó a mi padre.

No quiero volver a esa escuela y no quiero que él me vaya a retirar nunca más a ningún lugar. –Dije señalándolo a él.

Estaba en la feria de autos y no vi la hora, Nani creía que la íbamos a dejar ahí, estaba llorando jeje. –Él respondió sin pena alguna.

¡David! No sea malo con la niña.

Valentina, no vas a ir a esa escuela si no quieres, puedes ir a ver la televisión mientras te preparo algo de comer.

Confesiones de una tal ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora