La Monja se sobresaltó gritando y se levantó de la silla.
¡No podía contener la risa!
La idea de poner chinchetas en la silla de la hermana Carmen había sido mía… aunque fue Amalia la que puso las chinchetas en la silla. La hermana Carmen nos empezó a gritar y a preguntar por la responsable del dolor en su trasero. Somos una clase solidaria, entonces nadie habló. El pelo gris y blanco de La Carmen estaba revuelto y la pobre monja saltaba por toda la clase. Parecía una pelota gigante. Amalia y yo nos miramos cómplices mientras la profesora gordinflona escrutaba la clase con sus pequeños ojos. Miré mi falda para no hacer contacto visual con la bola saltarina.
La Carmen dijo que no saldríamos de clase hasta tener a la culpable. Menos mal que estaba Ramona, la típica chica adorada por los adultos, que hizo un pequeño drama y consiguió que saliéramos con vida de esa clase mugrienta. Felicitamos a Ramona y todos los alumnos se dirigieron hacia el comedor para cenar . Todos, menos Amalia y yo.Amalia y yo bajamos corriendo las escaleras de caracol resbaladizas, entramos en un pasillo, y después de 5 giros nos metimos en un agujero en la pared de piedra gris. Después de cerrar la puerta (más bien una tela en el agujero), saqué unas chuches.
Habíamos llegado a nuestro escondite secreto. Se acercó corriendo Zalco, nuestro perro. Zalco era el perro de mi familia, había crecido al lado de mí. Ahora tenía 3 años, pero seguía teniendo el comportamiento de un cachorro.
Como los perros estaban prohibidos, guardábamos a Zalco en nuestro escondite y todas las noches le traíamos cosas del comedor. Zalco se instaló al lado de mí con la cabeza en mis rodillas. Mi maravilloso perro era grande y de pelaje oscuro. Tipo border Collie ¡Era magnífico!Amalia empezó a contar sus historias… ¿os he dicho que Amalia habla mucho? Empezó a contarme algo sobre el hijo del señor que trae la leche al orfanato. Su voz se perdió en un golpe, sordo, muy fuerte, como un disparo. Me estremecí y se me puso la carne de gallina. Miré hacia Amalia: estaba tan pálida que parecía un vampiro. Zalco levantó las orejas alertado. Ese sonido me daba mucho miedo, es el mismo que escuché hacía 2 meses… antes de la muerte de mis padres.
Nos quedamos en silencio mucho tiempo, minutos, horas. Me levanté… Me daba miedo hablar. Las dos sabíamos que probablemente seríamos las únicas supervivientes… Para tener sólo 15 años, yo ya había oído demasiados disparos. Ninguna de las dos hablamos, decirlo sólo iba a confirmar lo inevitable. Puede que al no hablar quedara esperanza. Me levanté y le tendí la mano. Ella se quedo ahí, quieta, inmóvil, paralizada. Al final me cogió la mano y se levantó.
Salimos de nuestro escondite, Zalco detrás de mí, y subimos hacia el comedor. Mi corazón me pesaba mucho. Las hermanas…, nuestras compañeras… Abrí la pesada puerta del comedor que chirrió bastante. El espectáculo era horroroso, cerré los ojos esperando que se acabara. Los humanos somos demasiado tontos para cerrar los ojos cuando algo malo ocurre. No me atrevía a volver a abrir mis ojos.
Zalco me empezó a lamer los tobillos para reconfortarme.Una voz grave y suave habló detrás de nosotros:
-Por una vez hay supervivientes.
Me giré bruscamente abriendo los ojos. Unas 5 personas estaban detrás de nosotros. Todos estaban armados y llevaban cascos como de “Ant-Man”. Zalco empezó a ponerse en posición de ataque: si nos hacían algo, Zalco les atacaría. El que había hablado era un chico de ojos verdes, de más o menos 17 años, con una expresión fría e inexpresiva. Una chica de aproximadamente 30 años habló, nos explicó que eran un grupo de personas que luchaban contra la ARROBA. La ARROBA era el grupo de personas que habían matado a mis padres, a las monjas, a mis amigas… La señora dijo que se llamaba Katy y siguió hablando y explicando cosas; pero mi cerebro no conseguía entender todo. Yo pensaba en ARROBA, en mis padres, en muchas cosas…Nos llevaron a un túnel, por debajo de la tierra. Amalia no había dicho nada. Bueno, creo que es normal porque toda su vida ha vivido en el orfanato y ahora estaba haciéndose a la idea de que no volvería a ver a la hermana Carmen y al resto. Amalia miraba al vacío, con una mirada tan triste que no podía ni llorar. Es como si hoy yo hubiera perdido lo equivalente a una pierna, y ella hubiera perdido las 2 piernas y los 2 brazos. Nos enseñaron un poco el refugio, y nos dejaron en una habitación llena de colchones y niños durmiendo. Después de asegurarnos que mañana nos explicarian todo se fueron.
Amalia se tumbó en la cama y no se movió: puede que estuviese dormida, o puede que demasiado triste para moverse… no sé. Me tumbé en la cama y di varias vueltas… imposible dormirme.
Me levanté en silencio y salí de la habitación, Zalco me siguió silencioso. Necesitaba aclarar las ideas, necesitaba respirar. Caminé por los largos pasillos oscuros, en mi cabeza había un montón de imágenes, y sobre todo había dolor… mucho dolor. Me choqué contra una persona:
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Zalco
Science FictionTodo iba bien...Todo era perfecto...hasta hace 2 meses. El día que mataron a mis padres. Ese día todo cambió. Nada sería como antes... Ya lo sabía pero no me esperaba lo que podía pasar.