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El fuerte olor del café recién hecho inundaba aquella casa, llegando rápidamente a Jeongin. Se levanta despacio, como cada mañana, adormilado mientras arrastra los pies por el pasillo hasta llegar al baño. No desea ir a la universidad pero debía de ir si quería formar una vida, si quería parecer una persona madura y con una buena formación. Definitivamente eso quería Jeongin.

Con pereza lava su rostro y toma una ducha rápida para después volver a su habitación. Cambia su ropa por una vestimenta cómoda y sencilla en la que destacaban los colores opacos y oscuros. No quería parecer un bebé, no quería verse joven. Estaba a punto de convertirse ya en un adulto, no podía seguir vistiéndose como un niño.

Bajó las escaleras de su hogar y se dirigió a la cocina para posteriormente modular un "buenos días" para su madre, quien con una sonrisa en el rostro le sirvió una humeante taza de café y un sándwich de mermelada. Jeongin le agradeció la comida y en cuanto la terminó se despidió de ella. Su madre aún lo veía como un niño.

— Bebé, espera — espetó su madre tomándolo de la muñeca para poder hablarle. — ¿Irás a la biblioteca hoy? No quiero que llegues muy tarde — el menor asintió levemente. — ¿No has pensado en que deberías de conseguir amigos? Tal vez hacer ejercicio te ayude, no lo sé. Últimamente te veo muy decaído. — dijo su madre con voz calmada, aún así, sin poder ocultar su tono de preocupación.

— Estoy bien, mamá. Correré de camino a la escuela, siempre lo hago. No tienes que preocuparte por mi, ¿de acuerdo? — le explicó a la mujer tratando de calmarla, mostrándole una sonrisa apacible.

Su madre comprendió a su hijo y simplemente le despidió con un "ten lindo día" y un suave beso en la frente, para después dirigirse a encender la televisión. El mismo canal de noticias de siempre.

Si eso veían los adultos entonces Jeongin tendría que considerar ver las noticias, aún si al final fuese en vano pues él no le prestaba mucha atención a esas cosas.

Se dirigió a la puerta y salió de su hogar, de su bolsillo sacó sus audífonos y los colocó uno en cada oído. La melodía comenzó a sonar y Jeongin aceleró el paso poco a poco hasta que terminó trotando.

Siempre era la misma rutina, se duchaba, se vestía, desayunaba, se despedía de su madre y salía a trotar hasta llegar a su universidad. También acostumbraba a frecuentar una librería cerca de su empleo de medio tiempo, era su lugar favorito. Amaba leer.

Su madre tenía razón, no tenía amigos. A veces hablaba con Seungmin, un amable chico que trabajaba en la biblioteca que él solía frecuentar, pero nada más.

Jeongin estudiaba arte, más precisamente, era estudiante de primer año en música. Aunque en clase era muy introvertido, nunca buscaba hablar con nadie y se mantenía siempre al margen. Para él eso estaba bien.

En febrero sería su cumpleaños número 20 y no podía seguir simplemente comportándose como un niño o saliendo con cualquier persona. Debía comportarse como un hombre, un adulto. No quería parecer joven.

Llegó a su universidad con la respiración agitada y apartó sus audífonos para posteriormente tomar la botella de agua guardada en su mochila y beber de ella. Se acercó al ventanal de una cafetería y se arregló rápidamente como si aquella ventana fuera un espejo.
Pudo divisar claramente a un chico rubio reírse de él desde dentro pero lo ignoró y continuó su camino para llegar a su aula.

El nuevo semestre estaba comenzando, así que le tendrían que dar sus libros aquel día. O al menos indicarle que era lo que debía comprar.

Esperó pacientemente a que llegara el profesor mientras que él leía el libro que recientemente había pedido prestado en la librería de siempre. Ese libro le gustaba tanto.

SY 【Jeonglix OS】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora