Capítulo II
Eran aproximadamente las ocho de la noche. Marcos y yo esperábamos a que llegara el taxi que habíamos pedido, sentados sobre las escaleras frente a la puerta de entrada del edificio. La torre poseía siete pisos. Tenía, además, un ascensor y unas escaleras de emergencia. El primer piso era muy amplio y solo contaba con dos apartamentos. Del segundo piso en adelante todos tenían tres. Él nuestro quedaba en el séptimo piso, y era el único que había sido remodelado por completo.
–Te ves muy bien – Marcos resaltó.
–Gracias, tú igual – él sonrío, pero luego hizo una mueca, como dudando de lo que yo acababa de decir.
–¿Y si mejor me quito esto? – preguntó, señalando el corbatín rojo que decoraba el cuello de su camisa blanca.
Lo mire de arriba abajo, admirando la combinación de sus vans cuadriculadas, su pantalón negro y su chaqueta de jean –Te ves tierno –respondí, pero a él no pareció gustarle mi opinión.
–Eso era lo que buscaba – sonrió –A las chicas les gustan los hombres tiernos, ¿no? –yo solo pude reír antes de que el taxi llegara y tuviéramos que irnos.
No tardamos mucho en llegar a este cubo gigante de paredes negras brillantes y luces de neón. Era un bar muy conocido dela ciudad, de nombre algo impronunciable. Había un hombre alto y sonriente parado en la entrada, vestido de negro con tirantes rojos –Buenas noches, ¿Tienen reservación? –nos preguntó cuando nos tuvo en frente.
Buenas noches – ambos saludamos. Luego Marcos miro un momento su celular antes de responder nuevamente –Venimos con Ismael Torres.
–Por este lado –el hombre nos guío por entre la gente, hasta llegar a una mesa negra en la mitad de dos sofás igual de negros a todo. Ahí estaba Ismael sentado con un grupo de personas.
Marcos le sonrió al hombre como agradecimiento, mientras Ismael se acercaba con una ancha sonrisa –Tan hermosa como siempre –me dijo al oído. Yo sonreí y lo abracé con todas las ganas del mundo.
–Tú tan simpático – río.
–Ven, te presentaré –Me tomó de la mano haciéndome sentar a su lado sobre el sofá de cuero. Marcos ya se encontraba sentado entre dos mujeres esbeltas, conversando entretenido –Ella es Mayra –Ismael anunció, llamando la atención de todos los presentes.
Yo sonreí con total incomodidad. Los miré a todos sin realmente mirar a ninguno, luego levante mi mano tímidamente –Hola –dije apenas.
Marcos me miraba con gracia en los ojos, sabiendo perfectamente como me sentía. Cuando ya nadie me prestó atención, miré de reojo a esta mujer que había visto horas antes. Malia sonreía, como si supiera algo que yo no. Me ponía nerviosa pero me gustaba su mirada.
Me entretuve un rato hablando con Ismael y la mujer sentada junto a él. Era muy notorio la atracción entre ambos. En toda la conversación no hacían más que reír y enviarse una que otra indirecta. Llegaba a ser cómico.
En un momento Marcos se levantó y se sentó a mi lado. –Háblale a Malia –abrí mis ojos con sorpresa y negué con la cabeza en seguida –Por favor, ¿No ves que no deja de mirarte?
Suspiré. Levanté la vista encontrándome con sus ojos. Ella sonrió, y luego volvió a mirar a quien le hablaba.
–No sé que decirle –Marcos rodó los ojos al tiempo que gruñía.
–Nada más le dices "hola" –lo mire de reojo haciéndolo reír –Okay, entonces invítale un trago.
Para él sonaba fácil, y la verdad es que no era algo complicado. Pero a pesar de que horas antes me había salido natural, ahora me daba un poco de miedo. Suspiré.