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El reloj marcó las 4:00 AM y la alarma se disparó. Con un bufido y luego un murmullo, el largo brazo salió del cobijo de las sábanas para alcanzar el botón y apagar el endemoniado pitido que parecía taladrar sus sentidos.

Lentamente, se arrastró fuera de la cama y se orientó como pudo para llegar hasta el baño y prender la luz. El reflejo en el espejo le gritó con desespero que necesitaba un café. Su cerebro le recordó que su dieta de esa semana no contenía cafeína y otro bufido se despegó de sus labios. Ser el gerente más joven y prometedor de la compañía era una carga que su cuerpo toleraba únicamente con ejercicio. Por eso se había vuelto adicto y fiel seguidor de una estricta rutina que lo tenía con un cuerpo que arrancaba suspiros en cada pasillo de la empresa.

Claro, el madrugar tanto para poder asistir al gimnasio siempre había sido un problema. Nunca se había considerado una “Morning People”.

Lentamente arregló sus cosas, se puso la ropa deportiva y salió como un zombie desvelado hacia su auto, bostezando mientras esperaba que el portón automático del lujoso edificio de apartamentos se abriera y le dejara salir al vacío de la madrugada.

—Vamos Johnny, sólo unos minutos más y estarás entrenando de nuevo... a llegar a la meta impuesta, ¡vamos, tú puedes!

Condujo con precaución, cantando al ritmo de DJ Khaled y su “All I do is win” hasta que llegó a su destino. Tras estacionar su Bugatti la voiture noire y arrancar las miradas de asombro y envidia de cada mañana, subió cargando su maleta y una sonrisa de suficiencia. Le gustaba que la gente hablara de él, que desearan tener su vida. Eso le daba un poco de consuelo ante el hecho de siempre volver a un apartamento vacío cada noche.

—Buen día Johnny — saludó Jaehyun, su entrenador — ¿listo para hoy?

—Como siempre — sonrió — ¿todo listo?

—Sí, tenemos sangre fresca.

—¿Nuevo ingreso? — Johnny observó hacia todos lados — ¿en dónde está?

—Cambiándose — sonrió — creo que aún venía en pijama.

Johnny sonrió y ajustó sus guanteletes, acercándose a la primera máquina. Sí, era duro arrancar tan temprano en el gimnasio, pero tenía sus beneficios. Comenzó con la rutina que Jaehyun ya le había indicado cuando sus ojos captaron las curvas de un firme trasero tratando de ser ocultado bajo una pantaloneta demasiado floja. Su mirada siguió hasta encontrarse con la cara del dueño de dicho trasero y sus manos se quedaron en pausa a medio levantamiento. Una piel blanca, de apariencia tersa, unos labios rojos totalmente deseables y los ojos más extraños y bellos que recordaba haber visto.

— Mark, allí estás — Jaehyun le dio la bienvenida y pronto lo llevó cerca de  Johnny. El alto pelinegro dejó la rutina y se levantó para presentarse como era debido. — Este es Johnny Suh, uno de los chicos más aplicados en todo mi gimnasio — sonrió — Johnny, este es Mark Lee, acaba de mudarse a Nueva York y planea hacer de este su santuario de ejercicio.

 

—Bienvenido  — su mano estrechó la del castaño con firmeza — entrenar con Jaehyun es siempre una aventura, pero algo me dice que darás la talla.

 

—Pero claro — contestó sonriendo de medio lado — siempre la doy.

 

Johnny sintió un ligero escalofrío placentero recorrerle el centro de la espalda. Esa manera de decirlo con esa voz tan profunda le hizo evocar momentos de antaño en su cuarto de universidad. Y, ¿era su imaginación o la mirada de Mark parecía estar recorriéndole como un escáner de alta definición?


Boss. (Adaptación - Johnmark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora