En un futuro alternativo

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Había miles de naves centinelas en camino. Los habían encontrado. Tormenta, Bishop y Magneto hicieron lo posible por detenerlas, pero aun así la preocupación de Lena era más que evidente. Miró a Peter de pie a su lado, quien le dijo:

—Si todo lo demás falla, tú eres nuestra última esperanza, Lena. Al menos mientras Lobezno no regrese del pasado.

—Sabes que es demasiado arriesgado, Peter. No puedo hacerlo —negó ella sin siquiera mirarlo.

—Todos confiamos en que eres la única con el poder suficiente para detener a esas cosas —insistió él cogiéndole las manos—. Nadie más puede hacerlo.

—Nunca me he dejado llevar del todo por una emoción, Peter, y menos por la que haría falta para acabar con los centinelas —explicó, asustada.

En ese momento Tormenta y Magneto consiguieron destruir las naves más cercanas haciendo estallar la suya. Todos respiraron aliviados. De repente, un centinela surgió de detrás de la muralla dispuesto a atacar a Tormenta por la espalda. Lena alzó los brazos y lo detuvo. El robot se adaptó a ello y empezó a alargar el otro brazo en forma de puñal en dirección a su amiga. Lena lanzó entonces un grito desesperado e hizo añicos al centinela. Se tambaleó y Peter la sostuvo.

—Gracias —suspiró Tormenta.

No obstante, dos centinelas más treparon por la muralla y llegaron hasta ellos, atacando a Bishop con una imitación de su poder. Los demás miraron hacia lo alto de la fortaleza y descubrieron a un grupo bajando por ella.

—Lena... —la llamó Peter cogiéndola por los hombros—. Son demasiados, tienes que ayudarnos.

Un centinela se dispuso a atacarlos, y Peter usó su velocidad para ponerse a salvo con ella. Entonces volvió a hablarle:

—Yo estaré contigo.

El semblante de Lena se endureció, y avanzó con decisión hacia el combate. Destruyó a todos los centinelas que luchaban contra sus amigos con una mezcla de ira y miedo. Aún no estaba cansada cuando se posicionó frente a la horda que descendía por la fortaleza, pues sentía el odio y la rabia crecer en su interior. Abrió los brazos y gritó mientras los centinelas, además de la propia fortaleza, estallaban en pedazos que luego quedaron flotando misteriosamente en el aire. Sus amigos, de espaldas a ella, se le acercaron despacio.

—Lena... —la llamó Peter con cautela.

Esta se giró deprisa moviendo un brazo, y al mismo tiempo una de las rocas voló hasta impactar contra Bishop.

—¡Lena, no!

La mujer lanzó todas las rocas contra sus amigos, quienes apenas conseguían esquivarlas. Peter supo que debía intervenir, así que detuvo el tiempo para poder acercarse a ella lo antes posible.

—¡Lena, te dije que estaría contigo y aquí...! —exclamó, pero esta lo arrojó por los aires nada más verlo llegar. Después lo levantó del suelo y comenzó a estrujarle el cuerpo. Peter gritó de dolor, aunque consiguió hablar con el poco aliento que le quedaba—: Lena... usa... el amor. Yo... te quiero.

Los ojos de la mujer se abrieron de terror. Soltó a Peter, quien cayó al suelo inconsciente, y rápidamente buscó un escombro puntiagudo que atrajo hacia sí para clavarse en el pecho. Su último pensamiento fue: «Ojalá Lobezno lo consiga. Si no, no puede haber mejor final para mí».


Lena GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora