II

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e s p e r a n z a

Sesiones de terapia para grupos.

Aquello parecía una broma de muy mal gusto.

El papel que había puesto Dana sobre la mesa mientras Steve dormía consiguió hacerle suspirar con pesadez, y por primera vez en meses, levantarse para hacer algo que no fuera martillarse con lo sucedido.

El dolor de los últimos meses se había manifestado de formas distintas en las diferentes personas del entorno de Los Vengadores. También el amor había cambiado.

Steve Rogers no tardó en darse cuenta de lo mal que estaba todo aquello. Ella era su prometida. Había estado junto a él a través de todo y se mantenía a su lado pese a los miles de impedimentos que él mismo había colocado en su relación.

No era tonto. La amaba y sabía que debía hacer algo para parar todo aquel caos que poco a poco estaba consumiéndoles.

Aquella era la última esperanza de Dana. Ese folleto que anunciaba un evento aquella misma mañana era su último plan para lograr recuperar a quien sería, de no ser por la guerra, su marido.

Rogers entró en la cocina a los pocos minutos y sonrió al verla sentada revisando su teléfono. Se acercó a ella y se agachó para besar su cabeza como tantas veces lo había hecho antes.

-¿A qué hora es, cariño?

Aquello era una oración dirigida a ella. Tenía más de tres palabras y además, cariño era una de ellas.

Dana dejó el móvil de lado y miró al capitán con sus ojos bañados con destellos de esperanza. Sonrió al verle sin el ceño fruncido por primera vez en muchos días.

-Hablé con el chico que las organiza-el hombre de ojos azules se sentó en la silla frente a ella con un vaso de zumo entre sus manos-me dijo que deberíamos estar ahí sobre las doce y cuarto.

Steve asintió mientras se acercaba el vaso a los labios.

-Siento mi actitud durante estas últimas semanas. No te mereces eso Dana-habló con firmeza, pero se notaba un toque de temblor en su voz. Casi como si tuviera miedo del posible final al que llevaría esa acción.

-Lo importante es que no te olvides de esto, Steve-señaló la cabeza de su prometido-no es sano estar pensando en algo durante tanto tiempo, ni si quiera siendo el Capitán América-ambos rieron.

El nombrado se levantó de su sitio y fue hacia ella con la sonrisa todavía plasmada en sus labios. Pasó sus brazos sobre su cuerpo y la abrazó. Dana cerró los ojos y apoyó su cabeza en Steve.

-Gracias.

Pasaron los minutos y pronto fue el momento de ir a la sesión.

Juntos salieron de casa listos para ese nuevo capítulo que se abría en sus vidas.

Sus manos se mantuvieron entrelazadas hasta que tomaron asiento, uno al lado de otro, dentro de la pequeña sala donde la sesión se llevaría a cabo.

Poco a poco todos se fueron presentando, pero tan solo unos pocos se animaron a contar su historia.

-Acababa de pelearme con mis padres cuando ocurrió todo. -quien hablaba era un chico que no debía tener más de 19 años- Dije cosas que no debí haber dicho y me fui de casa tras pegar un portazo. Decidí ir a la casa de unos amigos cuando todo empezó a desmoronarse. De un momento a otro, los coches de la calle comenzaron a chocarse los unos con los otros. Había niños pequeños llorando y perros corriendo con la correa todavía puesta... No volví a verles.

El silencio se hizo en el lugar. Algunos habían hablado de su situación actual y otros de lo que planeaban hacer a partir de ese momento, sólo aquél chico, Matthias, había hablado de ese momento, de ese día tras el cual nada había tenido sentido.

Dana sintió una mano sujetando la suya y al alzar la mirada encontró los ojos de Steve. Sin articular una sola palabra consiguieron entenderse. Fue Steve quien habló entonces.

-Yo luché en la batalla contra Thanos. Junto a mis compañeros lo dimos todo y aunque estuvimos a punto de lograrlo, perdimos. -el silencio se hizo de nuevo con el ambiente, pero al sentir un leve apretón en su mano, continuó- Pero seguimos luchando. Quienes... seguimos aquí, seguimos buscando una solución para todo lo ocurrido.

Él era el Capitán.

Todos y cada uno de los presentes conocían a Steve Rogers y aunque les extrañaba verle en aquel sitio, no podían estar más agradecidos.

Buscaban una voz, distinta a la de los telediarios, que les prometiera algo más que un cupón de baños para la piscina o una cena con gastos pagados en el mejor restaurante de Nueva York.

Aquello ya no tenía sentido, y si querían que lo volviera a tener, debían seguir luchando, y para poder seguir haciéndolo, las palabras de Steve Rogers eran esenciales.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2021 ⏰

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Whatever It Takes - Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora