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r e c u e r d o s

Entró en el salón de su pequeño apartamento mientras se recolocaba las gafas en el puente de la nariz.

Durante las últimas semanas, aquella habitación se había convertido en la única dónde Steve estaba. Repasaba docuentos y releía noticias desde que se levantaba hasta que se dormía, y en otras ocasiones, simplemente se sentaba martillándose con los recuerdos. Esos eran los momentos más difíciles.

En esa ocasión se estaba, una vez más, sentado sobre el pequeño sofá de la sala.

Tenía un bolígrafo entre los dedos y una libreta apoyada en su regazo. Sus ojos rojos denotaban su cansancio.

-Steve-murmuró Dana mientras se acercaba a él. Se sentó a su lado mientras tomaba su mano libre para acariciarla-necesitas descansar, cariño. Esto no va a traerte nada bueno.

El Capitán América estaba agotado, pero no podía descansar mientras millones de inocentes sufrían por su culpa. Aquello era lo malo de Steve Rogers. Su corazón era tan puro que le impedía velar por si mismo. No le importaban ni su bienestar ni su prosperidad. El hombre de ojos azules sólo tenía como objetivo recobrar la normalidad en el mundo.

-No estoy cansado-mintió mientras negaba con la cabeza.

-Por favor-juntó su mirada con la de Steve-te estás haciendo daño con todo esto. No puedes seguir así.

Bajó entonces su mirada a la libreta que había entre sus manos y suspiró con tristeza al ver lo que había a un lado de esta.

Una imagen de una mujer. De una mujer hermosa.

Margaret Carter.

Ese nombre le traía muchos recuerdos.

Cuando conoció a Steve, ella era la única mujer de la que él hablaba. Había hombres apegados a sus ex y otros que no dejaban de mencionar a su madre, pero el tono que Steve empleaba era distinto al de cualquiera de estos.

Le contaba sus historias y aventuras, y una vez, a pocos días de su muerte, la llevó consigo a conocerla. Al verla por primera vez creyó ver a una estrella mundialmente conocida.

Su futuro esposo hablaba tanto de ella que creía conocerlo todo sobre su persona. Sabía tanto sobre Peggy Carter que llegaba a resultarle doloroso.

A menudo se preguntaba si Steve hablaba sobre ella como lo hacía sobre Peggy.

Deseaba que así fuera, pero Dana sabía perfectamente que núnca sería una guerrera reconocida mundialmente, y aunque le costase aceptarlo, sabía que una parte de Steve siempre mantendría el recuerdo de la morena.

No salvaría al mundo entero ni inspiraría historias con sus batallas. No sería recordada por nadie más que su familia y eso la destrozaba.

Querría ser tan fuerte como ella. Le gustaría tener su poder de liderazgo, su firmeza con las palabras... Le apetecía ser como Peggy en muchos aspectos, pero sobre todo, le gustaría tener una pizca del amor que Steve tenía hacia la mujer de los labios rojos.

Se sentía incómoda. Sobrecogida.

Jugeteó nerviosamente con sus manos mientras se levantaba de su sitio con un extraño remolino de sentimientos en su interior. La mirada de Steve la siguió buscando la suya, pero Dana mantenía la cabeza agachada.

-No puedo descansar, no ahora-Steve ignoraba el dolor que estaba causando. No comprendía que estaba abriendo una herida en el corazón de su prometida y que con cada una de sus palabras y acciones, parecía estar clavándole una daga en el pecho.

-Te he dejado la comida en la cocina, descansa.

No dijo nada más. Salió de la cocina y volvió a la habitación que en algún momento había compartido con Steve Rogers.

Se sintió como una cobarde. Como una adolescente a quien destrozaban el corazón por primera vez, pero sobre todo, como una desagradecida.

No debería estar llorando. Tendría que estar agradecida. Thanos había arrasado con todo aquello que ella había querido pero le había dejado a alguien, no se había llevado consigo a Steve.

Dana se metió bajo el edredón mientras dejaba sus gafas en la mesita de noche y se acurrucó abrazándose a una almohada.

Ella también lo había perdido todo.

Su pequeña familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo... Ella también estaba dolida, pero Steve parecía no poder verlo.

Whatever It Takes - Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora