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Una simple chica de 18 años; mi nombre Emily Styles. Vivo en Florida con mis padres y mi hermano Harry, a quien amo más que a nada en el mundo.

En fin era una noche tranquila, yo me encontraba como siempre dispersa en mis pensamientos -¿Será cierto que el diablo existe?- pensaba, esa era la gran cuestión ahora, mi madre decía que no era bueno invocarlo, ¿pero qué tonterías estás diciendo? ¡Claro que no existe!.

En definitiva esos no eran pensamientos correctos para mi en estos momentos. Debía sacarlos de mi mente.

-¿Por qué estas despierta a está hora, son las 2:30 de la madrugada?- mi hermano Harry, me cuestiono mirando la hora en su reloj de pulsera.

-Estaba a punto de irme a dormir, no te preocupes, buenas noches- subí a mi habitación y cerré la puerta, entre al baño, me cambié y me puse la pijama, cepille mis dientes, salí y me recoste en la cama, mientras trataba de conciliar el sueño empecé a sentir demasiado calor -¡Demonios hace demasiado calor!- me levanté y volví al baño, enjuague mi cara. Levante distintas veces la cara para verme al espejo. En un instsnte vi a un chico rubio de unos ojos azules y un poco más alto que yo, volteé muy asustada pero no habia nadie, volví a la cama y caí en un profundo sueño.

∆AL SIGUIENTE DÍA∆

-Emy, hermanita ¿Estás ahí?- Harry habló tocando la puerta de mi habitación.

-Si pasa...- dije somnolienta.

Harry abre la puerta y se sienta en el borde de mi cama -Pequeña, mamá y papá me llevaran a hacer mis estudios y tardaremos un poco- dijo sonriente.

-Si claro cuídate- dije aún algo dormida, Harry sale de mi dormitorio y decidí levantarme.

Me metí a la ducha, pero en un instante siento una presencia. Siento que alguien me observa y decidí enjuagar todo mi cuerpo rápidamente y enredarlo en una toalla, me vestí y baje a la cocina buscando que desayunar; cuando terminé me pongo a revisar la despensa y ví que faltan algunas cosas.

Tome las llaves de casa y las del coche, en cuestión de minutos llegué al centro comercial; baje del coche, entre y tome un carrito. Comencé a caminar por los pasillos tomando lo que necesitábamos y cuando llegue al área de congelados; (la parte más fría) viendo los productos comienzo a sentir el mismo calor insoportable de anoche nuevamente, volteó en un instante por una incomodidad de el mismo sentir en la ducha y ví a un chico de cabello rubio y ojos azules; como el que ví anoche, llevaba un pantalón rojo y una camisa negra con botones.

-Hola preciosa- dijo pretencioso y con una sonrisa en el rostro más malévola que de felicidad...

El Diablo Es Malo; Más No FeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora