CONFINADA
La frase "no elegimos de quién nos enamoramos" es tan cierta como que el sol sale por la mañana, puedes conocer a muchas personas pero, cuando el corazón se obsesiona con amar a alguien, no ve razones ni cree en las prohibiciones. Había alguien, una persona que desde muy niña veía por la ventana de mi habitación y tenía todo lo que me gustaba, físicamente. Siempre acompañado de sus amigos llenos de algarabía en su camioneta Jeep blanca, a veces usaba una moto negra que era de su hermano.
Sabía que se llamaba Leo Cepeda, encantador, cabello negro, piel blanca, un cuerpo esbelto, veintiun años y ojos café oscuro, muy profundos, es el típico chico libre de hacer lo que quiere, con muchos amigos que frecuentan fiestas todos los fines de semana.
Me encantaba, aunque no quisiera, aunque no debía, desde niña me gustaba desde que lo conocí y crucé palabras con el sin que nadie supiera, solo quería una cosa...a Leo Cepeda en mi vida. A menudo miraba hacia acá y me veía, a veces me saludaba, una tarde llegó vestido con unos jeans rotos y una franela negra de terciopelo, miró hacia mi ventana, sabía que estaba ahí asomada pues mi escritorio esta justo al pie de mi ventana para mayor claridad y luego de verme me lanzó un beso con su mano. Pero no me podía ilusionar. Por qué había un problema.
Yo era hija de Anthony Betancourt.
Un padre estricto y agresivo, un reconocido medico de la más alta categoría, soy hija única, el ejemplo entre mis primas, la hija supuestamente perfecta, con notas altas, cuadro de honor en la secundaria, becada en la universidad estatal, bailarina, un buen prospecto para los hombres que a mi padre mejor le convenían, el hijo del director de la clínica del sur, la clínica más grande de la ciudad, algún hijo de algún amigo suyo doctor, algún empresario importante. Pero no soy de esas materialistas oportunistas. Donde se mencione mi nombre, era seguro que sabían que se trataba de la hija del doctor Betancourt y eso lo detesto. Mi padre me ha criado con disciplina agresiva, donde soy sobre protegida y mis errores son castigados con una correa de cuero y mal trato, mientras que mi madre sólo decia:
-- "es un bien para ti hija"
Mi único consuelo era mi almohada y que al otro día sabia que errores no cometer para cada día ser más perfecta como el quería. Pero realmente el no quería que fuera perfecta, el solo no me quería.
"La disciplina en los hijos es lo que los hace adultos de bien" dice él, y que si hubiera tenido un hijo varón hubiera estudiado en una escuela militar, yo... Casi vivo en un internado, convento, estudié en un colegio de puras niñas católico rodeada de monjas y religiosas, donde entraba a las siete de la mañana y salía a las tres de la tarde y de ahí un chofer me recogía para ir a la academia de ballet clásico, es un lujo, o un gusto que mi padre me permite darme gracias a que mi madre insistió en que el ballet clásico era una disciplina que agradaría a los futuros pretendientes. Es gracias a mi madre que de vez en cuando he podido disfrutar de la vida sin reglas, sin miedo, sin castigos, mis amigas siempre se reúnen en mi casa, pero luego de cumplír dieciocho sólo contadas veces he podido hacer lo que se me place y eso es algo que mi padre no sabe, pues ciertas veces tiene que viajar a Estados Unidos o Aruba a trabajar y ahí es cuando Abril disfruta de su vida sin límites y feliz. Mi madre, ella era sumisa, esa esposa callada y comprensiva que machistas cómo Anthony necesitan a su lado y yo sabia muy dentro de mi que sin ella, Anthony ya me hubiera convertido en su costal de boxeo.
Marzo 2014
Cuando tenia quince años, una tarde camine del liceo hasta mi casa pues al parecer mi trasporte no llegó nunca a buscarme, no sabíamos la razón, yo no sabía la razón así que me atreví a irme caminando además de que ese día se habían suspendido las clases de danza. Al llegar a la cuadra de mi casa habían varios chicos jugando en la calle fútbol y entre esos chicos estaba Leo Cepeda, el chico del frente, yo iba caminando por toda la cera con mi morral en los hombros y sujetando un libro de la biblioteca con mis brazos, muy centrada en el camino a casa y el se acercó, estaba con una franela blanca algo sucia y un pantalón deportivo, parecía el uniforme deportivo del liceo.
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En Esta Vida Y La Siguiente
Romance¿Que harías si el amor de tu vida muere inesperadamente? ¿Que sentirías si la única persona que le daba sentido a tu vida de la nada dejará de existir? ¿Cuántas preguntas acecharian tu cabeza noche tras noche hasta conseguir respuestas? ¿ Y si realm...