Las mujeres tenemos esa capacidad de elegir a quien menos nos conviene, y nos terminamos enamorando de malos tipos, mujeriegos o casados. Mi primera recomendación es que te alejes de hombres así, pero si aún así no puedes hacerlo, me gustaría darte algunos consejos sobre cómo enamorar a un hombre mujeriego.
Conquistar a un mujeriego
Si estás enamorada de un mujeriego, debes saber que es necesario seguir un largo camino y que, probablemente, no conseguirás tu objetivo de convertirlo en un chico bueno y fiel. Por eso, te recomiendo que si aún así quieres insistir, te prepares para lo que puede ser un corazón roto con litros de helado de chocolate y buenas películas románticas.
Primero que nada, debes saber que para un mujeriego una mujer es un reto, no precisamente una persona que les interese -ni sexual ni sentimentalmente-: a él le gusta que estén detrás de él, sentirse poderoso. Por eso, la mejor opción es no hacerle caso de buenas a primeras si te dice de salir o te halaga un montón.
Mientras menos esperanzas le des, más va a intentarsalir contigo, y eso puede convertirse en un interés real a medida que te conoce.
No preguntes por otras mujeres, debes parecer desinteresada, ya que muchas mujeres con las que sale probablemente le harán escenas de celos. Marcar la diferencia puede significar un interés más profundo en ti.
Tampoco debemos estar a su entera disposición, ya que eso lo aburrirá y alejará. Es mucho mejor seguir saliendo con otros hombres, aún si no es nada serio o es solo una amistad. Informarle de que tenemos otras citas -si lo pregunta- le hará sentir que eres muy deseable y no querrá perderte.
No debes tener, bajo ningún concepto, intimidad con él. Debes decirle que no lo harás con nadie hasta que no haya un grado de compromiso más grande, no como una amenaza sino más bien como una preferencia que te ayudará a ti a conseguirlo y a salir menos dañada de la situación si algo no va bien.
En pocas palabras, la clave está en ser un poco misteriosa, de forma que no le muestres un total amor y él se sienta lo suficientemente interesado como para seguir conquistándote, aunque verdaderamente ya estés conquistada.