Membalas Alexander┇(follame, Alexander)⇢Malec. (TERMINADA)

Capitulo 9♡

Alexander creía que su pene no podría estar más erecto.

Magnus se había refregado contra él un poco más antes de que Ragnor bajar por las escaleras ya vestido. Y ahora estaba ahí, con su pene como un asta y con un cojín entre sus piernas para que no se le notara demasiado.

Pero parecía que Ragnor tenía otros planes, porque todavía seguía ahí; tirado a un lado de Alec en el sillón, el celular en manos y su mentón recargado en una de sus palmas. El mayor sentía que su polla en cualquier momento podría estallar, y Ragnor parecía no darse cuenta de ello. O tal ve sí y por eso tardaba tanto en irse. No lo sabía, pero quería que se largara de un buena vez para que pudiese estar con Magnus en paz.

"Y... ¿Cuánto falta para que te vayas?" Le preguntó el de cabello azabache impaciente. Realmente le dolía muchísimo su erección, y parecía que el castaño disfrutaba de ello ya que se encontraba en la cocina comiendo una banana provocativamente. Y a pesar de que le hiciera señas desde el sillón para que se quedara quieto, pero simplemente no estaba en los planes del niño hacerle caso. Magnus sonrió con la fruta entre sus labios al escuchar a Lightwood tan ansioso.

"No lo sé..." Murmuró Ragnor con la vista pegada en el celular. "Ahora no sé si saldré; Cat no me contesta"

"¡Carajo, Ragnor!" Le gritó Alec, ganándose una mirada de su amigo. "Quiero decir," se aclaró la garganta, sintiéndola un poco ronca por la excitación: "Ve a buscarla, quizá se le apagó el celular o algo"

"Sí, no lo sé..." El castaño lo miraba con los ojos entrecerrados, queriendo saber así qué le sucedía. "¿Por qué tan apurada con que me vaya?" Preguntó, apoyando su brazo en el respaldo del sillón, acorralando a Alec.

"Porque..." Buscó una excusa en su cabeza que fuera coherente. "Porque si quieres tener una relación seria con ella tienes que ser atento... Sí, eso" y para romperle por fin el culo a tu hermano pensó"

"Sí, tienes razón" le dijo después de unos segundo de haberlo observado. Su teléfono sonó, captando la atención de Ragnor de nuevo. Pero no se movió del sillón.

Alec bufó cansado y excitado, cruzó sus piernas aún con el cojín entre éstas. Bajó la mano por debajo de la almohada, sintiendo su pene a punto de estallar, lo acarició para calmarlo y miró al de ojos verde-dorado, quien seguía comiendo su banana. Sus mejillas estaban rosadas y tenía un leve bulto entre sus piernas, y entonces el mayor quiso tomarlo ahí mismo. Se paró del sillón aún con el cojín en su entre pierna y luego verificó que Ragnor no lo observara para soltarlo y salir corriendo directo al baño.

Magnus lo observó correr y sonrió. Tiró la cáscara de la banana para luego subir tras del mayor. Encontró al ojiazul dándole la espalda con sus manos apoyadas en el lavamanos. Lo abrazó por detrás y le susurró burlesco:

"¿Desesperado?"

Alec se sobresaltó con la voz dulce y sensual del menor. Dio media vuelta para tomar a su niño por la cintura y dejarle un beso que lo dejó sin aliento.

"Necesitas calmarte" le dijo contra sus labios, mordiendo y besándolos de nuevo.

"Y yo creo que necesitas atención" murmuró con un leve puchero. Dio otro apretón disfrutando las reacciones del pelinegro. Podía sentir su propio pene creciendo por las ganas de tomar el sexo de Alec entre sus labios.

"Sí, necesita demasiada atención" dijo Alec. Subió a Magnus entre sus brazos para luego dejarlo en el lavamanos. El ojiverde-dorado chilló por el repentino movimiento, después siendo ahogado por un gemido. Lightwood chupaba su cuello desesperado, tratando de dejarle una marca roja.

Magnus gemía por lo bajo, tratando de no llamar la atención de su hermano, tomó el cabello de Alec hundiéndole más el rostro en su cuello. Después de unos minutos, el mayor se separó admirando el chupetón que se comenzaba a formar en la piel Canela de su bebé. Sonrió orgulloso para después tomar los labios de Magnus de nuevo en un voraz beso. Haciéndolo sentir lo desesperado que se encontraba por estar con él. Toda la frustración que había tenido todo este tiempo al no poder tocar al niño como él quería.