El comienzo de la verdad.

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*CUATRO AÑOS ATRÁS*

Emilio;

"Te voy a proteger a costa de todo"

Me despierto con un dolor corporal desgarrador. Mi espalda estaba quemando debajo de mi ropa. Mi cabeza tenía pulsaciones cada segundo, haciendo que mis ojos ardieran más momento a momento.

Cuando desperté, tenía otro mensaje de voz de Joaquín. Esta vez, decidí hablarle. Escuchando los pitidos de la llamada saliente. Esperando que esta vez, termine rápido para que ese sonido sea reemplazado por su hermosa y cálida voz.

Uno, dos, tres, cuatro llamadas y la respuesta seguía sin ocurrir. Dejé de intentarlo, con la esperanza de que llamaría de nuevo más tarde. Traté de perder el tiempo para mantener mi mente ocupada en otra cosa, quitar la imagen del maldito video que había arruinado mi vida, poco a poco el asco iba subiendo de mi estómago a mi pecho, tratando de llegar a mi garganta.

Mi teléfono sonó y contesté con velocidad.

-Cielo.- es todo lo que alcanzo a decir, antes de que esa odiosa voz interrumpa mis sentimientos con brutalidad.

-Hey, Emi. Llamaba sólo para confirmar tu decisión y bueno, para salir a esa primera cita que ahora me debes- su voz me irritaba con demasía, haciéndome querer estrellar el celular contra la pared.- Entonces, puedo ir pensando en lugares donde podamos ser vistos y vean lo hermosos que lucimos juntos, ¿eh, guapo?. ¿Qué opinas tú?.

No logro a contestar cuando está chillando de nuevo.

-No, yo voy a elegir el lugar, tu gusto es demasiado pobre juzgando por al forma en que vistes y bueno, por fijarte en él, pero podemos trabajar y mejorar eso; no es realmente un problema. Ya verás como todo en tu vida será mejor a mi lado, yo soy tu salvación, Emilio, no lo olvidemos. Nos vemos a las cinco, ¿sí?.

Cuelgo la llamada, sin responder algo. No puedo creer que estoy haciendo esto, pero tengo que. Por Joaquín.

Joaquín, Joaquín, Joaquín, Joaquín...

Suelto un suspiro y decido pasar mi día arreglando mis pendientes.

Salgo a pasear a los perros de mi mamá, llamando la única persona que sé que me escuchará siempre.

Diego y yo hablamos por horas,  le cuento a vago detalle todo aquello que siento por Joaco. Tratando de no excederme al expresar lo hermoso que suele hablar cuando despierta después de una siesta, o como sus manos se mueven de forma graciosa al hablar. O sus pequeñas mañas de hacer muecas o girar los ojos cuando hablas de algo serio con él.
Y más, intento no decir cuánto amo su presencia en mi vida, su felicidad y su gran corazón.

Entonces hablo por dos horas seguidas, dando sólo un pequeño fragmento de lo que he vivido con él.

Diego escucha atentamente cada palabra sin perderse detalle alguno, sus pequeños ojos se achinan cada vez más a medida que voy hablando, como si estuviera analizando cada una de mis palabras. Para el momento en que termino, él no me dice nada. Su silencio unido con la forma en que su cuerpo parece quedarse inmóvil me hace sentir nervioso e inquieto.

-Eres gay.- concluye, como si descubriera el secreto más grande de la nación.

-Wey, no mames.- digo al instante- estuve dos pinches horas hablándote de lo hermoso que está el morro y sales con esa pendejada. Eres de mucha ayuda. Neta que para eso mejor se lo hubiera contado al perro, seguro él me sería más productivo y me diera una solución a este lío.

-Oh, cállate. Llevo un chingo conociéndoles y me pides que acepte que se gustan así de la nada.

-Sí, es exactamente lo que estoy haciendo. Ahora, ayúdame. Que para saber si soy gay o no ya te hubiera chupado el pito para confirmarlo.

Give me everything; EMILIACO;Where stories live. Discover now