Eran cerca de las 22 menos quince en cuanto recibí una notificación de un usuario cerca. Era uno de los pocos conductores que había cerca y decidí ir por aquel para terminar la jornada del día.Acepté la solicitud y puse en marcha el auto, conduciendo por la ruta más cercana hasta llegar a aquel sujeto.
Viré el auto hacia la izquierda en la calle Wimpole y luego avance unos cuantos metros más hasta llegar a la casa número 57. A las afueras de la propiedad dejé el auto detenido sin apagar el motor, aproveché de buscar al pasajero, notando que había un chico azabache bien vestido pero con cara de pocos amigos.
Busqué a otras personas al rededor, pero al notar que era la única alma en vida en la calle, supuse que sería el usuario que pidió transporte. Tomé mi teléfono y entré a la aplicación de "Uber", le envié un mensaje al usuario mientras miraba por el espejo retrovisor al azabache. En cosa de segundos, el chico reaccionó sacando su celular desde su bolsillo y por fin notando la presencia del auto.
Abrí el seguro del auto para que el chico entrara, señal que entendió a la perfección porque entró de manera inmediata.
— ¿Paul McCartney? – pregunté girándome sobre el asiento para poder verlo, además de confirmar que él era quien pidió el viaje.
— Uh, sí – dijo algo desorientado. – Perdón, no ví el auto y mucho menos la patente, pero voy a suponer que eres el chófer que pedí. – Asentí y extendí mi mano para estrecharla con la suya.
— El espléndido, maravilloso, grandioso y unos cuantos adjetivos más que ahora no recuerdo, John Lennon – dije en un tono heroico mientras apretaba su mano –. A tu servicio en lo que dure nuestro recorrido.
Mi presentación pareció agradarle porque logré cambiar su cara de preocupación por una tímida sonrisa. A veces había que ser amable para que la gente te calificara como buen chófer.
Sin alargar más las presentaciones, me acomodé en el asiento de piloto, ajuste el cinturón y el espejo retrovisor para luego quitar el freno de mano y volver el auto en marcha. Por el espejo retrovisor logré detallar un poco su cara; notando sus rosados labios y sus enormes pestañas, facciones realmente lindas.
— ¿A qué se debe el honor de llevar a un chico de su talla a un lugar tan perturbador? – pregunté para fijar el rumbo del auto.
Se suponía que ahora tendría que llevarlo a la dirección que pidió, la cual de hecho conocía de memoria. Era un motel barato, un lugar ideal para ir con cualquiera y tener una buena zambullida. Un lugar que en realidad no estaba muy acorde con la talla del chico, sin contar que venía completamente solo.
— Se suponía que era por una buena razón, pero no estoy seguro de ir. ¿Me cobrarías de más si te pido que des vueltas por aquí a ver si me decido por dónde ir?
— No creo poderte cobrar de más, y, repito, estoy a tu disposición. Aún así, no quiero que el viaje se haga tedioso, ¿te molestaría si pongo algo de música? – pregunté mirándolo directamente por el retrovisor al tiempo que esperaba el verde del semáforo. Levantó sus hombros en un gesto de "no me interesa".
Encendí la radio y puse en el lector un disco recopilatorio de música de los 60's, y en cosa de segundos comenzó a sonar "Twenty flight rock". Sonreí cuando noté que movía suavemente su cabeza con la música.
— Es una gran canción, de mis favoritas – mencionó dirigiéndose a mí.
— Eddie Cochran es un grande, lo juro, mi ídolo – repliqué girando el auto hacía la derecha dando la primera vuelta completa a la manzana.
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Uber;; McLennon
FanficPidió un Uber pensando en llevar a su chica, pero los planes cambiaron a mitad de camino. publicada 06/7/2019.