2.

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Un ligero gemido de satisfacción salió de sus labios al escuchar la campana de la escuela resonar por cada rincón del establecimiento. Se apresuró a tomar sus cosas y salió a pasos rápidos del aula hacia su casillero.

Quería apurarse y llegar a casa, y en parte, aunque lo negara, era para evitar encontrarse con el alto pelinegro de sonrisa seductora.

Se había comportado de una forma diferente; atrevido y sexi. Aquello lo debilitó, no estaba preparado para aquel cambio de actitud por parte del menor.

No le gustó.

¿Ni siquiera un poco?

Ni un poco.

¿Seguro?.

¡Deja de joder, mierda!.

Gritó mentalmente a su conciencia, y soltando un gruñido de molestia cerró su casillero. Emprendió camino hacia la salida de la escuela con pasos apurados.

Estaba algo aliviado, no se había cruzado con Jeon en todo el trayecto. Lo cual lo hizo soltar un suave suspiro.

En cuanto puso un pie fuera del lugar, una fría corriente atacó cada centímetro de su cuerpo, lo cual provocó un estremecimiento por su piel.
Respiró profundamente, y al soltar el aire por su boca vio como frente a sus ojos su aliento salía congelado.

Siguió su camino esta vez con más calma, apreciando la vista mientras sus manos se enterraron en sus bolsillos buscando un poco de calor.
¿Por qué siempre olvidaba traer algo con qué abrigarse?.

Mientras maldecía entre dientes su mente descuidada, sintió detrás de sí pasos de lo que parecían ser unas pesadas botas, y con rapidez se giró para ver de quién se trataba.

Soltó un suspiro lleno de desesperación al ver a aquel pelinegro de brillosos ojos oscuros a unos tres metros de distancia de donde se encontraba.

¿Por qué lo estaba siguiendo?.
Sabía que el menor no se iba por su misma ruta. Aquello hizo que su cuerpo se tensara, y tras regalarle una mirada asesina se giró y aceleró el paso, queriendo llegar a su casa cuanto antes.

Por otra parte, el menor mantuvo una sonrisa suave en sus labios al ver que el mayor notó su presencia.
Mordió su labio inferior al tener una perfecta vista de aquel lindo y redondo trasero que el de cabellos rojizos se traía, y aceleró igualmente su caminar al notar que JiMin trataba de escapar de su presencia.

Había logrado su cometido, le causaba incomodidad.

Dios, unas enormes ganas de acorralarlo contra la pared de un callejón y devorar sus labios inundó sus pensamientos. El sólo hecho de imaginar aquella escena provocó que por su cuerpo pasara una corriente eléctrica que iba directo a su miembro.

Al divagar en sucios pensamientos en donde el pelirrojo era el personaje principal, no se dio cuenta cuando ya se encontraba a solo unos centímetros de distancia del más bajo.

Sonrió más ampliamente y se dispuso a comenzar a caminar a su lado al dar dos largas zancadas. Escuchó un suspiro abatido del mayor, y giró para ver su endurecido rostro sin despegar la vista de enfrente.

JungKook se permitió a sí mismo detallar aunque sea unos segundos el hermoso rostro del menor; aquella nariz de botón, ojos color almendra, mejillas y pómulos perfectamente definidos, y aquellos rojizos y gruesos labios que le gritaban en silencio ser tomados por los suyos. Una vez más se mordió con fuerza el labio inferior, y con dificultad apartó la mirada hacia al frente.

JiMin sintió alivio al ver que el menor quitaba la mirada de su rostro, era molesto sentir cómo se lo comía con la mirada. Pero prefería ignorar su presencia, así tarde o temprano el aburrimiento le ganaría y se alejaría. Al menos eso fue lo que pensó.

Frío. [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora