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ᴇʟ ɪᴅɪᴏᴛᴀ ᴘʀᴏғᴇsᴏʀ ᴅᴇ ᴄáʟᴄᴜʟᴏ, ᴇʟ ᴠᴇᴄɪɴᴏ ᴄᴏɴ ᴠɪʙʀᴀ ᴅᴇ ᴘsɪᴄóᴘᴀᴛᴀ ʏ ʟᴀ ᴅᴇsᴀᴘᴀʀɪᴄɪóɴ ᴅᴇ ᴍɪɴɴɪᴇ ¿ᴀᴄᴀsᴏ ᴍᴇ ᴏᴅɪᴀs, ᴅɪᴏs?


—Cinco minutos.

Scarlett despegó la vista de su hoja de examen para asentir, como hicieron alguno de sus compañeros. Había maldecido un par de veces en silencio, su mente se nublada con facilidad cuando el hombre de ojos insistentes y rostro severo la escaneaba con su mirada indiferente. Quedaba paralizada, el lápiz entre sus dedos temblaba y el sentimiento de haber sido atrapada le carcomía en las entrañas, al menos al principio, luego reflexionó y se mostró un poco más segura, huyendo de aquella mirada y fingiendo que escribía.

Las fórmulas en la pequeña hoja toda arrugada parecían haberse desvanecido, aún así la joven con sus lentes de aumento lograba leerlas a la perfección y cuando el profesor de cálculo se encontraba descuidado mirando a sus compañeros ella la sacada con mucho cuidado de debajo del muslo derecho y continuaba con la evaluación, escribiendo lo más rápido que su destreza le permitía.

Aunque copiarse en un examen le parecía bastante desagradable, Scarlett no vió otra salida al problema. Realmente había olvidado por completo la evaluación y pensando que no tenía nada pendiente aceptó aquella invitación de sus nuevos amigos a ir a un antro.

El aula de clases casi se encontraba en silencio, no habían susurros ni respiraciones y no existían los comunes papelitos que iban de asiento en asiento. Apenas se lograban escuchar los lápices contra las hojas y el borrador haciendo de las suyas; junto al sonido inquietante de la pluma del joven profesor, Uriel Daugherty, contra el escritorio de madera barnizada.

—Quedan cuatro minutos de la clase y dos de ellos se utilizarán para recoger las evaluaciones —avisó desde su asiento, con altivez y maliciosa pretención—. Les recomiendo darse prisa, pero si no lograron resolver los ejercicios en una hora dudo que lo hagan en dos minutos.

Siguió golpeando la madera con su pluma, como si con cada golpe descontara un segundo al tiempo restante. Un gesto que para los alumnos era un plus a la desesperación de querer terminar todo a tiempo.

Todo va a salir bien, ya estás a punto de terminar... ya casi.

Scarlett sonrío al escribir el resultado del último ejercicio matemático, rápidamente dió un repaso a toda su hoja de examen para cerciorarse de que todo estuviera correcto. Con disimulo arrugó el pequeño papel donde tenía las fórmulas copiadas y siguiendo la recomendación de su amiga Alejandra, cuando el profesor no la estuvo observando llevó la bolita que había hecho con el pedazo de hoja a su boca para comerla con desagrado.

—Ya acabó el tiempo —anunció Uriel con fuerza, levantándose de su asiento para rodear el escritorio y recostarse con arrogancia en la tenue madera. Era un hombre que desprendía seguridad, algo que para las chicas era realmente atractivo e hizo que se convirtiera en el Crush de muchas.

Scarlett le miró expectante, mientras en su interior celebraba que lo había logrado, sus notas iban a mantenerse perfectas. Se quitó sus anteojos de aumento y los guardo con mucho cuidado en su mochila.

—Señorita García, por favor haga el honor de recoger las evaluaciones —continuó hablando el profesor. Scarlett dejó calcar una sonrisa en su rostro—, exceptuando la de su compañera Scarlett Williams.

Querido desconocido ☑☑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora