4.2 - Tu rostro

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Hace 1 año y 2 meses

El tiempo había pasado extremadamente rápido desde que me mudé a Tomoeda ¡Ya casi había pasado un año! Pero lo único que odiaba de eso... era que ya venía la fecha del condenado invierno y yo odiaba el frío con toda mi alma.

—Hola, Li —saludó Kinomoto entrando a mi consultorio y le contesté con una ligera inclinación de mi cabeza—. ¿Vas de salida? —me preguntó y yo asentí.

—Sí, la jornada estuvo complicada hoy...

—La mía igual —dijo masajeando su hombro—. ¿Puedes acercarme a casa de mis padres? Mi auto está en el taller y Yuki tiene cirugía.

—Claro, no hay problema.

Touya Kinomoto era algo serio y mal humorado, pero era un buen tipo... Aunque ¿quién era yo para decir que el sujeto era serio? Quizás por eso nos llevábamos bien, en eso debía admitir que la señora Kinomoto había acertado.

De camino a casa me platicó de su famosa hermana ―O "monstruo" como solía llamarle― aunque no desde el mismo punto de vista de su madre. Sospechaba que esa señora quería emparejarme con su hija a pesar de que muchas veces le había dicho que no estaba interesado en conseguir novia... o, mejor dicho, estaba considerando conseguirme una... que estaba en Kioto.

Al llegar a casa, Kinomoto se bajó agradeciendo por traerlo y se fue a casa de sus padres ya que tenían una cena familiar hoy o eso me contó. Chequeé que todo estuviera en orden antes de cerrar mi auto y cuando me giré... había una chica observándome fijamente. La miré interrogante, pero ella seguía mirándome como si fuera lo más interesante del mundo.

—Ahm... buenas noches —dije y ella pareció despertar de su ensoñación.

—¡Lo siento tanto! Es que he escuchado tanto de ti que de verdad me sorprendí al verte. Mi amiga morirá de la envidia, tengo que contárselo —dijo corriendo hacia la casa de los Kinomoto—. Fue un placer, vecino misterioso.

Algo nervioso e intrigado por su actitud, me dirigí a casa. Esa chica tenía una mirada que me hacía sentir incómodo y me recordaba a alguien... ¿A quién era? ¿A quién era?

El tono de una llamada entrante me distrajo y sin mirar contesté.

¡Lobito! ¿Qué me cuentas de nuevo? —¡Ya sabía a quién me recordaba!

—Acabo de conocer a tu versión femenina, engendro del mal —dije aflojando mi corbata.

¿Tanto me extrañas que te buscaste una mujer parecida a mí? —preguntó riéndose.

—No imbécil, es una chica que vino a cenar con los vecinos. Debí tomarle una foto, tiene la misma mirada de sabelotodo que tú —dije abriendo la nevera.

Entonces, quizás deba volver a Japón para conocer a dicha dama... y hablando de mujeres ¿Cómo vas con tu novia? —Idiota...

—No es mi novia, Eriol... lo sabes mejor que nadie.

Pero te gustaría que lo fuera... —Diablos, hasta podía imaginarlo moviendo sus cejas—. Ya llevan casi un año escribiéndose, no sé qué tanto estas esperando.

—No es tan sencillo, genio.

Cada vez que le tocaba el tema, ella se mostraba aun insegura. Sabía que no era fácil, ni siquiera sabíamos nuestros verdaderos nombres... pero yo estaba dispuesto a arriesgarme.

Quizás solo les falta un ligero empujón —dijo—. Ya va siendo hora, amigo... Si quieres, puedo ir a Japón y cantarte al oído "Bésala ya" a ver si avanzan. —Y explotó a reír.

El mensaje que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora