꒰𓄻⵿░⃟✿ᩬ͡ 🅞𝒏𝒆 🅢𝒉𝒐𝒕𝒔

𝐒𝐓𝐈𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐓𝐈𝐌𝐄

Moscú, Rusia
16 de Junio.

El templado viento sacudía serenamente los árboles de aquella Capital, dando una energizante sensación de paz al respirar y caminar en las veredas. El acogedor ambiente era simplemente perfecto para salir con la familia al campo, para meditar o para celebrar un día especial que por generaciones se ha recordado. Por supuesto, nos referimos al Día del Padre, aquella fecha donde se les da homenaje a aquel ser que de su semilla hemos podido llegar a ser quienes somos, biológicamente hablando.

Este día no era la excepción, todos los niños iban caminando con su padre de la mano, algunos jugando o habían quienes estaban en casa dando el presente a su papá. La alegría reinaba alrededor de cada persona que pasaba y sus sonrisas reflejaban suma dicha.

Pero lamentablemente, hay quienes no pasaban bien esta fecha, o más bien, hay quien no pasa bien esta fecha.

En medio de Moscú, se hallaba la ilustre 'Exposición de los logros de la economía nacional', en donde había una estatua de reconocimiento honorario en particular. Aquella obra consistía en una gran estatua de acero inoxidable, en la cual estaba esculpido la Unión Soviética junto con un grabado de los años que estuvo vigente su mandato, hasta el año en que se disolvió. A sus pies, se encontraba un joven ruso con ojos hinchados y rostro húmedo a causa del intenso llanto que le causaba la situación y además, haber estado desde las 5 de la mañana en ese lugar; Sin importar el frío de la aurora o el cielo oscuro.

Rusia solo quería ver una vez más el rostro de su padre.

Ahogado en sus lágrimas, veía a las personas pasar con una mirada que le decían por si solas: "patético".

Porque ya habían pasado muchos años en que presenció la cruel despedida de su padre, y hasta sus hermanos habían superado la pérdida del ser querido. No obstante, Rusia simplemente no podía, no podía dejar ir a aquel que le hacía sentir seguridad tan solo con un "Bien" o le hacia sentir calidez con una sonrisa.

El día en que vió al soviético desvanecerse en sus brazos, sintió que le desgarraban algo de su ser, dejándolo indefenso, triste, acabado.

Cuando tú no estás aquí,
siento que te extraño a cada instante

El triste chico se levantó del suelo y limpió un poco sus prendas, miró una vez más el firme rostro plasmado del comunista y se subió en el escalón para alcanzar la mejilla de la estatua.

La acarició suavemente, estaba helada, muerta. Trató de esbozar su mejor sonrisa, pero no fue posible por su inevitable acumulación de nuevo llanto. Luego, Tocó los labios con su mano libre, recordando cuando su padre le decía que debía ser fuerte, y que nunca debía permitir que algo emocional se interponga en su actuar, que debía seguir adelante porque era capaz de alcanzar todo lo que se le propusiera.

En medio de su tristeza, las voces de sus hermanos se hicieron presentes a lo lejos, llamando su nombre a voz alta.

—Расія! Расія! Там вы! (¡Rusia! ¡Rusia! ¡Ahí estás!) —gritó Bielorrusia, corriendo rápidamente hacia su hermano mayor.

—Шить, ағасы! Сіздерді таңертең іздестірдік! (¡Mierda, hermano! ¡Te hemos buscado desde la mañana!)—dijo Kazajistán, en un tono de queja.

— Solo vimos que tu cama estaba vacía, ¡Al menos deberías dejar una nota! ¡Creímos que te habían secuestrado! —habló nuevamente Bielorrusia. Mientras, Ucrania miraba silenciosamente la escena, comprendía a que se debía la ausencia de su hermano, y más si se trataba de este preciso día.