Un peliverde se hallaba levantando de aquella cama ya no tan cálida, había pasado una semana desde que Bakugou abandono esa casa que ambos se esforzaron en comprar.Una vez se levanto se dirigió perezosamente al baño, hizo sus necesidades para después lavarse las manos.
Se miró al espejo y vio lo tanto que le afecto el rompimiento.
Grandes ojeras se notaban por la falta de sueño, estaba mas delgado de lo normal, sus labios partidos, incluso levanto su camisa y vio como sus costillas se le notaban además de que su piel estaba demasiada pálida.
Midoriya se seguía cuestionando la causa de el por que Katsuki rompió con el de esa manera, es decir, si de por si no lo amaba ¿Por que acepto casarse con el? ¿Por que no lo mando a la chingada y se evitaban de problemas? Era lo que a nuestro querido brócoli no le encontraba una respuesta concreta.
Suspiró pesadamente y sin más se dirigió a la cocina, por lo menos tenía que comer una fruta o beber agua, si no quería morir claramente.
A pesar de ser de noche y que todas las luces estuvieran apagadas, Izuku pudo caminar sin problemas, conocía la casa como la palma de su mano.
Estaba a punto de abrir el refrigerador hasta que el timbre de la casa sonó, avisando una visita inesperada.
“¿Quien putas será? Son las malditas 2:00 de la madrugada y llegan visitas” pensó el pecoso.
Caminó con una calma que esta a mi me da flojera, pero bueno, llegó a aquella puerta que a pesar de los hechos ocurridos, ya no sentía tristeza ni dolor, tal vez estaba llegando a tener enojo y rabia... Posible razón del por que se nos altera y dice puros insultos.
Abrió esa puerta y...
— ¡Hola! Izuku espero no molestar — habló esa persona.
Con esas palabras todo se quedó en silencio y el arbusto hizo lo que tenía que hacer...
Cerrarle la puerta en la cara a la visita que le hacía cuestionar de su propia existencia.
— ¡Oye! Tranquilo, no vengo por parte de Katsuki ni nada por el estilo, solo quería ver como estabas, de todas formas no te habías presentado en el trabajo toda esta semana ¿Podrías dejarme entrar, por favor? — habló detrás de la puerta la persona visitante.
¿Que lo dejara entrar? Por favor ¿Como dejaría entrar a una persona que era una persona muy cercana a su ex esposo ¿Y le pedía dejarlo entrar? Osea, sabía que era un idiota pero no un estúpido.
Pero aún así le abrió la puerta, de todas formas no tenía nada que perder.
Entre abrió la puerta y pego una parte de su cara en esta, mirando desde abajo aquella persona tan conocida para él.
— ¿Que es lo que quieres, Eijiro-san?
— Papá Mirio ¿Donde esta Tamaki? — preguntó aquella niña ajena a la situación que estaba sucediendo — No llores papá Mirio — habló de nuevo la peliblanca.
Lo único que presencio es que su padre que salió junto con Tamaki, no volvió con Mirio, el solamente se dirigió a la sala para sentarse y dejar que unas lágrimas recorrieran sus mejillas.
Ella le hablaba, pero el hacía caso omiso, así que para llamar su atención, la de cabellos blanco se subió al sillón para rápidamente sentarse en el regazo del rubio, llamando por completo su atención.
— No llores papá — le habló la menor — Si tu lloras, yo lloraré — con sus manos pequeñas empezó a secar delicadamente las lágrimas de su padre — Pero sin importar que, me esforzaré por verte sonreír, como siempre lo haces — ahora era ella quien lloraba, alertando al mayor.
— Eri — dijo Mirio con la voz quebrada — ¡Eri! — y sin más, el de ojos celeste abrazó fuertemente a la de ojos rojizos — ¿Sabias lo cuanto te amo Eri? — siguió el rubio — Te amo, siempre serás mi pequeña — en ese instante ambos rompieron en un llanto, uno lleno de confusión y dolor, el otro lleno de preocupación y compresión, pero esos llantos tenían una conexión, en donde ambos se decían en silencio que nunca iban dejar de protegerse, de comprender al otro, de sacar las mejores sonrisas, y sobre todo que nunca se iban a dejar de tener ese amor profundo de padre e hija.
Habían pasado 3 minutos en donde ambos lloraron y se susurraban <Todo esta bien>
Una vez terminaron esos 3 minutos, Mirio cargo a Eri en sus hombros (impresionando a la menor) y sin más salieron de su hogar, confundiendo aún más a la pequeña.
— ¿A donde vamos papá Mirio? — preguntó Eri mientras iban caminando en las calles algo solitarias — ¿Vamos ir al parque? — dijo emocionada.
— ¡Aun mejor! Solo espera Eri~ — dijo con cierta malicia infantil.
Eri se quedó callada, esperando con ansias lo que su padre le iba a dar de sorpresa.
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— ¡Si! — gritó la oji rubí — ¡Manzanas acarameladas! — gritó aun más emocionada la menor — ¡AHH! ¡Gracias papá Mirio! — habló alegre mientras le daba un mordisco a su manzana.El mencionado miro a la pequeña desde arriba, ya que la dejo caminar por un rato.
— Me alegro Eri — habló Mirio y a lo que el también mordía una manzana, no sabía en que momento también le empezaron a gustar las deliciosas manzanas acarameladas — Dime Eri ¿Quieres dar una vuelta o quieres regresar a casa? — preguntó.
La de cabellos como la nieve se quedó pensando un buen rato hasta que habló — ¡Vayamos a casa y veamos unas películas! Podemos hacer también palomitas — habló entusiasmada.
— ¡Como usted ordene Señorita Eri! — Mirio hizo una reverencia, iniciando uno de sus juegos conocidos por ellos.
— ¡Nada de “Cimi istid irdini”! ¡Por favor! ¿Podria llevarme cargando en sus hombros? — hablo “furiosa” Eri
— ¡Lo siento! — rápidamente, el rubio alzó a la menor para poder ponerla en sus hombros y así correr repentinamente — ¿Asi esta mejor Señorita Eri?
— ¡Si! ¡Y también coma su manzana! ¡No la desperdicie! — dijo entre carcajadas nuestra querida loli.
— ¡Como usted ordene!
Fue así como ambos pasaron de un momento de confusión y llanto hasta llegar a un momento lleno de emoción y carcajadas por las tonterías que hacían ambos.
—Continuara—
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Confiar ¿Es Lo Correcto? [AU] |Mirideku & Eri|
Fanfiction¿Puedo confiar en ti? ¿Puedo enamorarme de ti? Siento que si confío en ti, volverán a dejarnos, volverán a romper nuestros corazones... Confiar ¿Es Lo Correcto? . . . ¿Puedo enamorarme de ti? ¿Puedo acercarme a ti? Si vuelvo a enamorarme y a con...