Cap. 4 | ¿Una carta?

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No logro comprender por qué los domingos me son tan aburridos.

Y hablo en serio, no importa si vamos a algún lugar, siempre me parecen demasiado aburridos y hoy no es la excepción, estoy acostado en el sofá observando a lo lejos a Yuzuru dibujar, él parece tan tranquilo... Yo por dentro también estoy muriendo desde que nos dieron su noticia, muero poco a poco y estoy cansado de sentirlo, desearía que simplemente hubiera pasado sin aviso... Sé que hubiera dolido más pero no me importa, es doloroso ver cómo mi hijo vive sin saber lo que le está pasando, él piensa que el cáncer se fue.

Suspiré. Me pone muy mal pensar en eso.

Me levanté del sillón con las pocas ganas de hacer algo y me dirigí hasta la cocina, desde hace rato lograba escuchar a Shima preparando la comida así que quise ir a molestarlo, ¿Por qué no? Sirve que me distraigo aunque sea un poco. Llegué al lugar mencionado y lo primero que hice fue abrazarlo por la espalda con fuerza como si fuera a sacarle los órganos con ese simple contacto, él se asustó y quejó con un grito ahogado.

—¡Déjame! -renegó y lo solté. —¿No ves que estoy cocinando? Si le pasa algo a la comida, tú vas a ser quién haga de nuevo de comer o nos lleve a algún lugar, ¿Me escuchaste?

—Si, si, ya... -me fui hasta el otro extremo de la barra y recosté la mitad de mi cuerpo sobre ella. Shima me miró y rodeó los ojos a la vez que negaba suavemente con la cabeza y esbozaba una sonrisa en sus labios.

—Tú no tienes remedio, a veces siento que los domingos no te transforman en un perezoso de lo peor, tú lo haces a propósito y no lo entiendo, ¿Me explicas? -reí bajo. Levanté mi torso dejando ahora solamente mis manos sobre la barra.

—Tengo la teoría de que yo en mi otra vida era un perezoso o un koala y ahora en los domingos me pongo así, sin ganas de hacer nada. Es como si volviera a mi vida normal... ¿Me explico?

—Es la teoría más estúpida que he escuchado -hice una mueca de disgusto, me acerqué y tomé una de sus mejillas a propósito, jalándola sólo para molestarle. —Aunque me lastimes, Yuu, tu teoría es estúpida y nada lo va a cambiar.

Sin decirle nada más, le solté la mejilla y entre risas chicas me retiré del lugar, de regreso a dónde estaba antes para seguir haciendo absolutamente nada. Cuando iba pasando por el costado de Yuzuru, él inmediatamente escondió una hoja que parecía tener letras, se me hizo muy extraño, él normalmente no escribe a menos que sea una carta para alguno de los dos o para el hijo de mi vecino que es su amiguito.
Casi siempre deja que vea sus cartas, y sólo cuando Shima está ocupado para leerlas él, pero al parecer ahora no quiere que yo lo haga. Aunque igual, no le di importancia y me volví a sentar.

Ya estando sentado saqué mi celular y me dispuse a mirar cualquier cosa que estuviera en mis redes sociales, necesitaba distraerme para no dormirme, tenía como propósito no dormir durante el día ya que eran las únicas horas en las que podría estar con Yuzu y claramente no puedo perder esas valiosas horas durmiendo cuando bien podría estar jugando con él. Ahora mismo no lo hago pero tengo una buena razón; él escribe su carta a escondidas para que no la vea, comienzo a pensar que es algo de amor infantil o parecido... Qué tierno sería si es así.

En medio de mis pensamientos, Yuzuru se acercó a mí con ambas manos tras su espalda, sonriéndome con ternura como siempre lo hacía. Yo suspiré y con cuidado me acerqué hasta él para abrazarlo aunque fuera por unos segundos, estos últimos días era demasiado normal que hiciera aquello aunque a él le siguiera pareciendo muy extraño y no entendiera el por qué, no necesita saber el por qué.

—¿Tienes algo para mí? -pregunté con voz suave a lo que él asintió mostrándome la hoja que capaz estaba escondiendo desde hace rato ya.

O bueno, eso esperaba que me mostrara pero no fue así, me entregó un dibujo en el que estaban tres gatos, uno de color blanco, uno negro y un último de color gris. Uno de los gatitos, el de color gris, tenía una especie de alas en la espalda mientras los otros dos parecían observarlo volar. No pude evitar sobresaltarme un poco, ¿Por qué habrá dibujado esto?

—¿Por qué...? -no terminé la frase y apunté al gato gris.

—Ese gatito soy yo papá, así vamos a estar los tres cuando yo logré volar con las alas que intentaré, ¡Voy a ser como un águila! -mi corazón suspiró y yo pude sonreír sin sentir nerviosismo, por un momento pensé que él sabía algo.

—Está muy bonito tu dibujo, ¿Por qué no se la vas a enseñar a Papi? -cuestioné refiriéndome a Shima. A él jamás le gustó que lo llamara "mamá" por lo que tuve que adaptar un apodo masculino para él.

Yuzuru, sin decir palabra alguna y solamente asintiendo con leves movimientos de cabeza, se fue casi corriendo en búsqueda de su otra figura paterna con la intención de mostrarle la hermosa creación que había hecho. Era todo un artista según su abuela y según nosotros... Le encanta dibujar, siempre hemos guardado todo lo que él hace porque queríamos que en un futuro le mostráramos las cosas que hacía cuando era niño, sin embargo ya sé cómo va a terminar esto.

Los dibujos que con tanto amor hemos estado conservando tendrán un nuevo propósito después de que «eso» pase, sé que los veremos con tanta tristeza, Shima querrá morir en los primeros días, yo también querré morir en los primeros días y para eso debo de ser fuerte, debo de proteger al hombre que más amo para que nada malo pase.

Nuevamente mi corazón duele, late tan rápido que me duele e incluso hiperventilo en silencio... ¿Por qué? No hay un por qué.
A veces quisiera ser yo el que está en esa situación, no quiero que nos diga adiós tan rápido. No quiero, no quiero y me niego totalmente a olvidar ese hecho.

Me odio, debería dejarlo pasar y enfocarme en hacerlo feliz como Shima lo hace.

Don't Run [Aoiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora