Cuando llegue a dirección deje que el director pasara y luego cruce rápido la puerta y di un fuerte portazo haciendo que el imbécil se golpeara la nariz, riéndome disimuladamente para no levantar más sospechas me excuse:
-¡Hay pero que desastre! Lo siento mucho, se me olvido que venias detrás mío, no te ofendas, solo fue un accidente.-
El idiota, sobándose la nariz me miro con odio, lo que hizo que me costara mucho más disimular la risa.
-¿Sabes?, Deberías ir a un psiquiatra o a un psicólogo, olvidar cosas hoy en día puede ser el inicio de una enfermedad muy grave-
-Tienes razón Theo, hoy mismo le firmare una consulta con nuestro psicólogo escolar a Alice y a ti, ya que ambos parecen ser unos locos, así que irán juntos para aprender a convivir-
-No iré con el-
-No iré con ella-
-No se hable más, ambos irán a el psicólogo y cumplirán 100 horas de trabajos en la escuela como castigo, al final de las clases juntos deberán trabajar 1 hora diaria de lunes a viernes, el sábado 3 horas y el domingo 2, por lo que los veremos muy seguidos por aquí en los próximos dos meses y medio- Dijo con una sonrisa arrogante- ¡Ah! y cuidado con faltar, porque con cada día que falten se agregara una semana-
Y antes de que pudiera protestar nos echó a empujones de su oficina y cerró la puerta con seguro, lo que hizo que me indignara aún más, por lo que comencé a golpear la puerta como una boxeadora luchando por su vida en el último round, y con el idiota apoyado en la pared riéndose de mis intentos de abrir la puerta. Luego de gritar como mínimo una hora, me rendí, no sin dejarle una hendidura en su costosa puerta al director.
Me fui más que cabreada a mi casillero para sacar mis patines, cuando sentí que tiraban de mi mochila. Pensando que me querían asaltar (suena loco que me asalten dentro de la escuela, pero prefiero prevenir) y lance un combo con toda la fuerza que tenía, sintiendo un dolor agudo cuando golpee una nariz y escuche un quejido.
Jadeando, mire detenidamente al tipo que acababa de golpear, dándome cuenta que no era nada más ni nada menos que el imbécil sujetándose la nariz con ambas manos y viendo correr la sangre por entre sus dedos. En un ataque psicótico, me comencé a reír como una verdadera hiena, y el idiota, lentamente levantó la vista y saco su celular con la mano toda ensangrentada y sujetándose la nariz con la otra, y llamo a emergencias (ese día salíamos temprano del colegio por la reunión de profesores) y luego corto el celular. Yo ya estaba llorando de la risa, y cuando me agache a agarrarme el estómago para calmar el dolor de tanto reírme, sentí un ruido sordo y vi al idiota botado en el suelo inconsciente, y en ese momento llego el sonido de la alarma de la ambulancia y llego un paramédico, quien quedo sorprendido al ver que el imbécil estaba inconsciente en el suelo y que yo, en cambio, me reía como una hiena.
Llego corriendo al lado del tipo (no lo llamare por su nombre) y se agacho a tomar su pulso, luego llegaron los otros enfermeros con una camilla y lo subieron lentamente a ella, luego el enfermero se dirigió a mí.
-Necesito que nos acompañe- dijo con una sonrisa mirando al idiota.
-¡¿Qué?!-
-Que como veo que son muy buenos amigos- Dijo alzando las cejas- necesito que lo acompañe al hospital-
-¡Pero eso es imposible! ¿No lo puede acompañar alguien más?-
-Señorita, por favor, debe ir con alguien en la ambulancia, sino me llamaran la atención en el hospital, y como veo que es la única que se encuentra aquí, necesito que me haga este favor-
Debo de haberlo pensarlo mucho tiempo, pero al final le di un pequeño asentimiento, no quería perjudicar al enfermero por mi enemigo y seguí lentamente a los enfermeros (aun me dolía el tobillo), añadiendo más argumentos a la lista imaginaria titulada “porque odiar al idiota”.
PD: Bueno, aquí esta la tercera parte, espero que les guste...
PD2: ¡Disfruten la lectura!