1. Conoce bien el lugar y el momento al que vas a viajar

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Amelia se despertó confundida. Se encontraba acostada en lo que parecía un callejón, pero nada le resultaba familiar.

Tenía un terrible dolor de cabeza y parecía que le estaba a punto de estallar. Mientras se incorporaba poco a poco, se preguntó cómo había llegado a hasta allí. Sus últimos instantes antes de perder el conocimiento estaban borrosos, pero sí que recordaba haberse metido en la máquina del tiempo.

Amelia reposó su espalda en la pared y durante varios minutos trató de hacer memoria, pero la cabeza le dolía aún más cada vez que lo intentaba, así que se rindió al cabo de unos minutos y decidió que lo más prudente era volver a casa.

Recogió su bolso del suelo y sacó de él su transpondedor, pero al encenderlo no era capaz de mantener la señal y se apagaba a los pocos segundos. Después de darle un par de golpes con la mano y otro contra la pared (como se suele hacer en estos casos), Amelia decidió que definitivamente estaba estropeado y no iba a ser capaz de volver con él.

Volvió a mirar en su bolso intentando encontrar otro, pero sin suerte. Estaba claro que en su afán no se había traído el transpondedor de emergencia.

Se llevó una mano a la frente y resopló. Dio varias vueltas sobre el mismo espacio haciendo un repaso mental de su situación. Se encontraba en un lugar y un tiempo que desconocía, no sabía por qué había viajado hasta allí, no recordaba los últimos momentos antes de viajar y no tenía manera de volver.

Inhaló profundamente y trató de mantener la calma. Echó un vistazo a su alrededor intentando asimilar el nuevo entorno. Podía oír gente hablar. Pensó con alivio que al menos reconocía el idioma y el acento. Vale, estaba en España. Pero ¿dónde? Y, aún más importante, ¿cuándo?

Se acercó a la calle principal a inspeccionar. Podía ver a dos mujeres hablando entre ellas. Se encontraban completamente volcadas en su conversación y no habían notado su presencia. Una de ellas llevaba un abrigo de pieles y el pelo rojo cobrizo, y tenía cogido por el codo a su interlocutora, dándole golpes en el brazo de vez en cuando, aparentemente para reforzar lo que le estaba diciendo, que debía ser de extremo interés e importancia. La otra mujer, alta y rubia, la miraba con una mezcla de interés e incredulidad.

Amelia observó el estilo de las señoras que hablaban, y algunas otras personas que vio pasar de cerca, y luego se miró a sí misma para examinar su propio atuendo. Llevaba puesto un abrigo sobre una camiseta y un par de pantalones vaqueros. Aunque el estilo era bastante diferente, no llevaba ninguna tela especialmente moderna o llamativa, así que decidió arriesgarse a caminar por las calles principales.

Pasó por delante de las mujeres siguiendo la calle que finalmente le llevó a una plaza.

"Hotel La Estrella", pensó para sí, distraídamente, mirando hacia el letrero de un hotel situado enfrente de ella. "¿Por qué me resulta familiar?"

Aún se encontraba sumida en sus pensamientos cuando notó un cuerpo chocarse con el suyo y se dio cuenta de que se había dado contra una mujer que justo acababa de salir por la puerta de ese mismo hotel.

-¡Ay, lo siento, lo siento! -dijo enseguida, agarrando a la mujer del brazo antes de que se pudiese caer al suelo.

La mujer se sacudió. Llevaba puesto una especie de abrigo azul, quizás un uniforme.

-No pasa nada, no pasa nada, hija, pero hay que andar con más ojo.

-Ya, ya, perdone de nuevo-y luego añadió con una sonrisa -Es que soy nueva aquí y estoy un poco perdida la verdad.

-Ah, ¿que no eres de Madrid?

"¡Ajá, Madrid!", pensó para sí Amelia.

-Pues no, no soy de Madrid. De hecho, es la primera vez que vengo aquí.

La Guía del Viajero del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora